Toluca, Méx.— Édgar vio cómo su exesposa bailó y murmuró con otro hombre en una fiesta. “Fue como un balde de agua fría”, dijo. Horas más tarde, invadido por los celos, la buscó en los camerinos del teatro donde se presentaría, ahí comenzó una discusión, Sonia gritó y él la estranguló con la bufanda, luego el también bailarín comió pizza, durmió y como no pudo suicidarse, se entregó a las autoridades.

Durante la audiencia inicial, donde le imputaron el delito de feminicidio al docente del Centro de Actividades Culturales de la UAEMéx, la autoridad judicial leyó la confesión que hizo el sujeto el martes 10 de diciembre.

El hombre escuchó cuando el Ministerio Público relató que Gisela Pérez, hermana de su exesposa; el papá de Sonia, y las dos hijas que procreó con ella lo acusaron de violento y agresivo.

Uno de los testigos dijo en su declaración que Sonia era sumisa y a él no le importaba humillarla frente a todos, que era autoritario. Otros testigos, estudiantes de la docente, admitieron haber escuchado una discusión entre ambos ese lunes, incluso sabían que estaban separados pero que él la molestaba.

El representante social leyó la declaración de Édgar, quien dijo que la mañana del lunes 9 de diciembre su expareja rechazó por teléfono su ayuda para llevarla a ella o a sus dos hijas pequeñas a sus actividades.

Más tarde, se fue a la comida que organizó la Secretaría de Cultura de la universidad, con motivo de las fiestas decembrinas. Al llegar, vio a su exesposa entrar acompañada de otro hombre, se trataba de Marco Aurelio, aunque el presunto asesino no aclaró quién es este señor, dijo que para él fue “como un balde de agua fría verla”.

Se sentó en una mesa desde donde pudiera observarla y vio cómo Sonia se levantó a bailar con el hombre que la acompañaba. Más tarde se retiró, rumbo al teatro de Los Jaguares, en el centro de Toluca.

Detalló que entró 20 minutos antes de la presentación que tendría el grupo artístico dirigido por Sonia esa noche y luego la vio con Marco Aurelio, le dio mucho coraje y la buscó en los camerinos.

Cuando entró eran las 18:00 horas, la maestra, que dirigía esa noche la presentación del ballet, le pidió que no se le acercara, pero él insistió, ella gritó, en la discusión chocaron con una butaca y la asfixió.

Admitió darse cuenta de que ella estaba inconsciente, la levantó, la llevó al baño del camerino, la sentó en el retrete y cerró con llave.

Cerca de las 18:20 horas salió del teatro, se fue a su casa en San Buenaventura y apagó el celular.

A las 19:40 horas volvió para verificar si ella vivía, esperó a que terminara la función y como estaba cerrado el camerino le pidió al vigilante que abriera, porque había olvidado su celular. Sintió que el custodio no le quitaba los ojos de encima y decidió irse a su casa.

Édgar declaró que cuando entró esa segunda ocasión al teatro sintió un vacío en el estómago, como si le diera mucha hambre y entonces pasó por una pizza, así que al llegar se la comió y se quedó dormido.

El martes por la mañana encendió su celular, entonces leyó los mensajes de sus hijas y de su cuñada, preguntándole dónde estaba y si sabía algo de Sonia, porque no había llegado a dormir a casa. Fue cuando intentó quitarse la vida con un cutter, se cortó el cuello, pero no pudo seguir, trató con un brazo, pero tampoco logró quitarse la vida.

Entonces decidió acudir ante el ministerio en la Fiscalía de Justicia y confesó el asesinato.

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