Para este año, la expectativa de los capitalinos es mucha. Confían en que el Covid-19 quedará atrás, que la situación económica mejorará y que la inseguridad cada día sea menos, pero para eso, dijeron, hay que “cargar la pila” y así lo hicieron cientos de personas que no pudieron tener la oportunidad de llegar hasta Teotihuacán, sino a la zona arqueológica de Cuicuilco, ubicada en Tlalpan.

Así entonces, familias enteras, adultos mayores, niños y parejas llegaron vestidos de blanco desde las 10:00 horas.

Los asistentes levantaban los brazos, las manos y recibían los primeros rayos del sol, dándole la bienvenida a la primavera.

“Ahora también toca dar gracias al Universo porque sobrevivimos a la pandemia”, comenta doña Raquel, quien a sus 80 años dio a conocer que el secreto para tener vitalidad es abrir los brazos al Universo en el equinoccio.

En el lugar se congregaron familias que aprovecharon el día de asueto para hacer un picnic improvisado. Bolillos y 50 pesos de jamón eran más que suficientes; “vimos que ahora se iba a abrir y venimos, no sabíamos que teníamos estas pirámides en medio de la Ciudad, y pues de una vez venimos aquí a comer”, compartió la señora Rosario, quien junto con sus hijos extendió una manta y empezó a preparar una comida improvisada.

En la entrada de la zona arqueológica, personal de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) así como de la alcaldía Tlalpan coordinaban que no se registran incidentes, además había un estricto control de sanidad por el tema Covid, y se tomaba la temperatura, se exhortaba en todo momento a usar el cubrebocas y también se pedía a los asistentes conservar la sana distancia; sin embargo, ya dentro, cada uno hacía lo que quería, al asegurar que la pandemia prácticamente ya estaba controlada.

“Ayer [domingo] llegó más gente, ahora también se espera, pero un poco menos. La verdad es que la gente dentro de lo que cabe obedece un poco, hay mucho espacio y eso les permite caminar y tomar el sol un rato, aunque la sana distancia no la respetan, pero ya es tema de cada uno, no los podemos obligar ni molestar”, refirió Ramiro, un policía.

Dentro se hacían ritos, se escuchaban cánticos y la algarabía estaba a flor de piel, “si te das cuenta desde que entra la primavera hay una sensación distinta, la energía es otra, las flores nacen”, comentó un chamán que acudió al lugar.

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