Hoy en día la popularidad del drag se ha incrementado como una forma de entretenimiento entre las generaciones jóvenes, a partir de su difusión en los medios masivos de comunicación, a través de reality shows como La Más Draga y RuPaul’s Drag Race.

Pero, ¿cómo surge esta práctica en nuestro país? ¿A qué podemos llamarle drag? Antes de comenzar a hablar de su historia, es pertinente hacer un breve esbozo de lo que es y sus elementos.

Hay una gran variedad de perspectivas acerca de lo que es y no es ser drag, de ahí que aún no haya un consenso por la diversidad en su práctica.

Algunas opiniones enlistan varios requisitos a cumplir para ser nombrada como tal, como realizar un travestismo exagerado; también hay quienes afirman que “todo cabe en el drag”, por ejemplo, las dragas que no realizan shows y que se dedican más bien a ser influencers en diversas redes sociales, como Instagram.

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Lo grotesco, lo bello y lo feo

La palabra drag proviene del inglés “arrastrar”, haciendo referencia a las faldas largas que llevaban los actores disfrazados de mujeres en la época shakespeariana; otros afirman que es un acrónimo de “dress as girl”, “vestido como chica”.

Es una práctica que hace uso de diversas técnicas artísticas como el teatro, la pintura, el performance y las categorías estéticas, como lo grotesco, lo bello, lo feo, para realizar espectáculos de diversos tipos. Todo esto se realiza por medio de performances; a partir de estos, los individuos se apropian de distintas corporalidades, usando el cuerpo como instrumento de arte.

Formas y ritos para “invocar” a la drag

El performance es frecuentemente definido como un espectáculo interpretativo en el que se involucra el cuerpo del ejecutante, con el objetivo de transmitir un concepto, idea o experiencia, y dentro del drag este puede incluir pasarelas, coreografías, stand up, actuación, entre muchos otros tipos de show.

No sólo se refiere a un espectáculo sobre un escenario, sino a todo lo que significa caracterizarse. Es decir, una draga caracterizada en un bar conviviendo con los clientes también es un performance, pues implica una interpretación de personaje, con toda la corporalidad.

La corporalidad drag surge de la creación del personaje con un nombre y personalidad propias, vestuarios, pelucas, maquillajes, modificación del cuerpo por medio de esponjas o fajas, etc.

Elementos que suelen formar parte del drag, más no son obligatorios. Para lograr entrar en cada personaje, existen diversas formas y ritos que los actantes ponen en práctica.

Por ejemplo, pueden existir acciones específicas necesarias para “invocar” a la drag o algún objeto que se requiera para sentirse en personaje.

Depende de cada practicante el cómo se logra convocar a la drag, al cuerpo. Existen individuos que deciden tener un proceso que siempre lleva el mismo orden, con un silencio sepulcral para canalizar las actitudes necesarias y corporalidades del personaje e imaginar que con cada capa de maquillaje se invoca algo nuevo en la piel.

Otros no tienen una rutina o proceso específico, pero requieren de un objeto, como los tacones o un perfume especial, para sentir el personaje en el cuerpo.

Hay diversas teorías sobre el drag, como las que argumentan que el género no es un “ser”, sino un “hacer”.

La práctica ayuda a desnaturalizar el género al hacer evidente su artificialidad y los estereotipos y roles que existen en la sociedad. También tiene enfoques acerca de la religión, partidos políticos, valores estéticos, ideas sobre la sexualidad o, simplemente, tener como fin hacer reír al público.

El drag más popular es aquel que implica una exageración de los roles de género femeninos, referido como drag queen, o en masculinos como drag king.

La práctica no se limita sólo a esto, sino que igual juega con todas las identidades que puede tener el ser humano: hombre, mujer, sin género, pero también criaturas abstractas o tenebrosas. Las posibilidades del drag son infinitas.

También es importante decir que la filosofía del drag suele criticar la binariedad del género, por lo que el describir al drag únicamente como un travestismo sería limitarlo, como la crítica que hace Agatha Toro: “Hay cosas que se vuelven normatividad y limitan la experiencia en el drag para todos (…) Sí somos muy políticas y transgresoras, pero no tanto. Existe la heteronormatividad. Hay que mantenernos en los roles de lo binario”, afirma.

Esta práctica existe alrededor del mundo, de inicio, en Estados Unidos como su principal exponente; sin embargo, hoy México se posiciona como uno de los países de mayor impulso, sobre todo, a partir de programas como La Más Draga y, actualmente, Drag Race México.

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Reality shows como La Más Draga han tenido mucho éxito en la televisión; promueven esta práctica con aceptación del público en varios países del mundo. Foto: Especial
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Antecedentes del drag en la CDMX

Narrar los antecedentes de la práctica drag en México es un poco escurridizo, pues en el siglo XX no existía como tal el concepto de drag, por lo que podemos ver que las primeras personas en nombrarse de esta forma aparecieron hasta los años 90.

Sin embargo, existen otras figuras que, aunque no se autodenominaban dragas, son entendidas como precursoras de esta práctica, como La Xóchitl, mujer trans que organizaba concursos de travestismo en los años 70 y 80 y apoyó a Francis, famosa vedette mexicana.

Astrid Hadad, actriz y cantautora, también es un referente del drag nacional. Foto: Archivo
Astrid Hadad, actriz y cantautora, también es un referente del drag nacional. Foto: Archivo

Primeras dragas famosas en México

No existe un consenso de cuándo surgieron las primeras dragas en México, pero se puede considerar un parteaguas entre las personas que se autodenominaron como drag queens en el país, a la compañía Las Hermanas Vampiro, que surgió en los años 90 en la capital del país.

En su trayectoria, este grupo ha cobijado a muchas vampiros, pero la compañía la comenzaron Oswaldo Calderón Superperra y Daniel Vives Supermana, quienes son reconocidas por sus pelucas azules y su “perreo”, es decir, hacer chistes y dirigir insultos al público.

La idea de esta compañía, según ellas narran en un video de YouTube, surge como una venganza contra el mundo normado, el canon, la imposición de lo que tiene que suceder, ya que ambas surgen de la imitación, que era lo más popular en establecimientos nocturnos LGBT hasta hace muy poco.

En los 80 y 90 en Estados Unidos y Europa comenzaban a surgir otro tipo de espectáculos, inspirados en el que ellos crearon Las Hermanas Vampiro en el bar Catzzi en Ciudad Satélite, al norte de la capital; sin embargo, en 1995 a muchos les incomodaba la nueva propuesta y recibían insultos.

Para estudiosos del drag, Jaime Vite es una de las primeras dragas de México. Foto: BAR NUEVE, AÑOS 80. CORTESÍA
Para estudiosos del drag, Jaime Vite es una de las primeras dragas de México. Foto: BAR NUEVE, AÑOS 80. CORTESÍA

En la primera década del siglo XXI continuaron los éxitos artísticos. Superperra trabajó en Televisa como director de arte para Carla Estrada, en los programas Picardía Mexicana y La Hora Pico; mientras que Supermana participó por muchos años en el programa Nocturninos, en el segmento Desde Gayola, al lado del conductor Horacio Villalobos.

Así surgieron los concursos drags en la capital, entre los primeros estaban Quiero Ser Tu Coach y Project Drag Queen, fundados por Drag Mystique, quien coronó como primera reina a Paris Bang Bang. Después vendría el boom de los concursos que siguen hasta hoy y que comenzó con La Carrera Drag del Marra, después llamada La Carrera Drag de la CDMX.

En los últimos años han ganado popularidad programas como RuPaul’s Drag Race y La Más Draga. Existe una creciente afición en torno a estos concursos, que puede observarse en distintos espacios, como las redes sociales, pero también en los bares LGBT, en donde transmiten los nuevos capítulos el día de su estreno y que obtienen una gran cantidad de clientes.

Aunque esta práctica cuenta con más popularidad y tiene espacios en establecimientos para todas las edades, como los teatros, aún falta un pago justo para quienes se dedican al drag.

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La Supermana, abajo, de azul y botas negras, es una de los primeras dragas en la televisión.  Foto: AGUSTÍN SALINAS. EL UNIVERSAL
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