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“Me sentía muy mal emocionalmente cuando estuve internada. Le preguntaba a Dios todo el tiempo: ¿Por qué yo? ¿por qué a mí me tocó esto? Pero luego conocí a más gente como yo y me di cuenta de que no era la única, que hay gente más joven o que está sufriendo más y fue cuando entendí que la vida es muy injusta, pero también nos enseña a salir adelante, así que empecé a caminar con muletas y luego con un bastón, hasta que recuperé las fuerzas”.

Rosa Adriana Jaramillo Juárez tiene 44 años, es diabética e hipertensa, además padece insuficiencia renal. Perdió la vista del ojo derecho, está sometida a un tratamiento de hemodiálisis y tiene el diagnóstico de paciente terminal, por lo que firmó su Voluntad Anticipada en diciembre pasado, en la que solicita la menor intervención médica posible cuando se encuentre en su lecho de muerte; no quiere estar hospitalizada, quiere morir tranquila, en paz.

Vive en la colonia Ex-Ejido de la Magdalena Mixhuca, en la delegación Iztacalco. Decidió firmar la Voluntad Anticipada porque familiares sufrieron mucho por la diabetes. “Mi abuelito estuvo un año internado y a mi mamá y a mi abuela le preguntaban los doctores si lo desconectaban, pero se hacía la controversia entre ellas dos, porque ninguna quería que se muriera aunque él estaba sufriendo mucho”.

Al respecto, es importante mencionar que la muerte asistida —o eutanasia— es ilegal en el país y si es realizada por médicos se puede calificar como homicidio y los familiares pueden proceder legalmente en contra de los involucrados.

En tanto que la Voluntad Anticipada es un proceso legal y por el cual una persona, en etapa terminal o no, tiene derecho a negar cualquier intervención o procedimiento médico que pretenda prolongar su vida de manera innecesaria.

Rosa salía a trabajar antes de enfermarse. “Iba a vender dulces a las escuelas, pero ya no puedo. Sólo puedo salir afuera de mi casa en una mesita a vender porque sino, no nos alcanza (...) Mi esposo es obrero, sí me da dinero, pero no nos alcanza. Este parche que tengo [para la hemodiálisis] me cuesta 300 pesos cada quincena”.

Rosa desarrolló diabetes cuando tenía 24 años y desde entonces se encuentra en tratamiento. Considera que la Voluntad Anticipada es una buena opción. “He visto como entuban a mis compañeros del grupo de hemodiálisis y yo no quiero eso”.

Familia. En entrevista para EL UNIVERSAL, Rosa contó que vive con su esposo y su madre; tuvo dos abortos a causa de su enfermedad. Antes de conocer el programa de Médico en tu Casa y de Cuidados Paliativos, estaba internada en un hospital sin poder moverse por falta de fuerza.

Aunque apenas hace seis meses firmó su Voluntad Anticipada, recibe visitas médicas integrales del Médico en tu Casa desde hace casi dos años. Sin embargo, tiene que asistir dos veces por semana al Hospital Belisario Domínguez, en Iztapalapa, para la hemodiálisis a causa de la insuficiencia renal que padece.

Aunado a esto, a veces tiene que cubrir los gastos médicos cuando en su centro de salud no tienen sus medicamentos y gasta más de 2 mil pesos al mes en taxis. “Cuando salgo del tratamiento tengo vómito, me duele la cabeza, me duele la espalda, a veces se me olvidan las cosas, desconozco a las personas”, explicó Rosa.

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