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Hugo Leonardo Avendaño Chávez era seminarista, tenía 29 años y desde que salió de la preparatoria había decidido “consagrar su vida a Dios” —convertirse en sacerdote católico— tras acudir a un retiro espiritual.

Anteriormente había estudiado una licenciatura en Filosofía y hace apenas dos semanas había concluido una maestría en Psicoanálisis en la Universidad Intercontinental. El martes 11 de junio, desapareció.

El joven, cuyo cuerpo fue encontrado en la alcaldía Tlalpan, desempeñaba sus labores eclesiásticas en una iglesia.

Josué Vicente, su hermano, detalló que Hugo Leonardo llevaba más de 10 años como seminarista, ya que para ordenarse como sacerdote debían pasar 15 años y en la iglesia donde ejercía sus servicios era ayudante del padre.

Su hermano, relató, solía asistir a los grupos, ayudar en la parroquia y cuando había un difunto, Leonardo iba a los velorios. La única tarea que todavía no podía hacer era consagrar. “Era mi hermano. Éramos muy unidos, como era mi único hermano, salíamos, teníamos planeado hacer viajes. Casi cada año planeábamos un viaje al extranjero”, declaró Josué, quien dijo que los estudios en la UIC no interferían demasiado en la vida religiosa de su hermano.

A Leonardo le gustaba pasar el rato sumergido en la lectura, además de convivir con familiares y amigos. “Siempre buscaba dar consejos y tener tiempo para escuchar”, comentó.

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