La etapa de lactancia es fundamental para el desarrollo de los infantes hasta los dos años de edad. Los primeros seis meses, después se recomienda incluir la complementaria. La leche materna contiene todos los nutrientes necesarios para el crecimiento y desarrollo correcto de los infantes, es por eso que la Organización Mundial de la Salud promueve la lactancia materna en los infantes.

La materna está compuesta por diversos ingredientes vivos que incluyen citoblastos, glóbulos blancos , así como anticuerpos y enzimas que ayudan a combatir infecciones, evitar enfermedades y contribuyen a un desarrollo normal y saludable.

Se ha demostrado que los bebés que solo se amamantan durante los primeros seis meses de vida tienen menos probabilidades de sufrir diarreas, náuseas gastroenteritis, gripe, resfriados e infecciones respiratorias.

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Además, la leche materna promueve el desarrollo sensorial y cognitivo lo que le permitirá reconocer sensaciones y percepciones nuevas de su entorno como olores, sabores, formas, tamaños y sensaciones. También es una fuente importante de energía y nutrientes durante los primeros años de vida, pues se estima que aporta más de la mitad de los nutrientes necesarios para los niños de entre 6 a 12 meses de edad y un tercio para los niños de entre 12 y 24 meses.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Un dato curioso es que la leche materna cambia de sabor de acuerdo a los alimentos ingeridos por la madre, lo que prepara al infante para aceptar una mayor variedad de alimentos sólidos a partir de los seis meses de vida.

Esta actividad desarrolla un vínculo afectivo fuerte entre la madre y los hijos que son necesarias, pues cubren las necesidades de proximidad y seguridad que ayudan a la autoestima del niño y la madre.

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