Es momento de concluir nuestra especialización sobre Rioja , primera Denominación de Origen Calificada de España y una de las más grandes y excitantes del mundo entero.

La semana pasada le anticipaba una entrega dedicada a la uvas blancas que se cultivan a lo largo y ancho de Rioja Alta, Alavesa y Oriental. Prometo, querido lector, dedicarle un próximo encuentro a las tipologías de vinos que se producen en este territorio.

Le decía, en alguna ocasión, que son nueve las cepas blancas autorizadas para la elaboración de vinos de calidad en la DOCa Rioja. Sólo una representa el 70 por ciento de la producción total de blancos: ¡Viura!, es su nombre.

Mucho más conocida en España con el nombre de Macabeo, la uva Viura llegó a Rioja a principios del Siglo XX, justo después de que la filoxera destruyera más del 70 por ciento de los viñedos locales. La gran capacidad de sus vinos para resistir la oxidación, poco a poco la fueron catapultando hasta la cima de la producción local. Sensorialmente, integra vinos con personalidad y carácter, desde blancos tranquilos secos, hasta semidulces, dulces e incluso espumosos de buena expresión. En el extremo de la juventud, la Viura deriva en caldos con intensos matices florales, frescos y aromáticos. Envejecida en madera, constituye una de las formas más típicas de la elaboración del vino blanco local. Fermentada en roble y envejecida sobre lías finas, en su versión más moderna, es capaz de desarrollar complejos tonos de frutos blancos maduros, de frutos de hueso, miel y nueces, además de adquirir volumen, estructura y elegancia que sobreviven y se acentúan con el paso del tiempo.

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Vayamos ahora a la Tempranillo Blanco . Surgida en los años 80, como consecuencia de una mutación genética natural en una única cepa de Tempranillo, es la segunda uva blanca de mayor cultivo en la DOCa Rioja. Genéricamente, deriva en vinos con aromas de manzana verde, pera, plátano, cítricos y piña madura, con agradables destellos de hierba silvestre y flores blancas. Sus ejemplares más jóvenes se reconocen fácilmente gracias a su estructura, acidez vivaz, amplitud y larga persistencia en boca.

Relevantes son también Malvasía, Garnacha Blanca, Maturana Blanca y Turruntés.

La primera, es capaz de dar vida a blancos de gran expresión, untuosos y de potente intensidad aromática. La segunda, es la variedad que menor superficie ocupa en la denominación; deriva en vinos alcohólicos, con agradable acidez y aromas delicados. La tercera, es la uva más antigua de la que se tiene conocimiento en Rioja; sus vinos desarrollan profundos aromas de manzana, plátano y frutos cítricos, a los que se suman notas de hierba silvestre… En boca suelen ser ligeros, equilibrados, con acidez moderada y agradable amargor. ¿ Turruntés …? ¡Sí!, pero que nada tiene que ver con la Torrontés gallega, ni mucho menos con la argentina. Sus vinos suelen ser afrutados, con intensos recuerdos de manzana, pero también con tonos vegetales y herbáceos.

Ciertamente, la DOCa Rioja también tiene cabida para Verdejo, Sauvignon Blanc y Chardonnay, aunque eso es otra historia.

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