La guerra siria está lejos de terminar, pero dos resultados inmediatos de ella parecen claros: (a) El presidente Assad se queda en el poder, al menos por ahora, a pesar de todo lo que declaren sus rivales y enemigos internos e internacionales; y (b) La posición de Irán y sus aliados, tanto en Siria como en toda la región, resulta fortalecida. Esto último, sobre todo, está provocando repercusiones en dos frentes distintos pero vinculados. El primero, el del conflicto entre Irán e Israel. El segundo, la añeja rivalidad entre Irán y Arabia Saudita. En cuanto al primero de ellos, es notable el incremento de tensiones provocadas a partir de las cada vez más frecuentes intervenciones israelíes en Siria para evitar que Hezbollah (milicia aliada de Irán) adquiera ubicaciones o armamento que pueda poner en riesgo su seguridad. En cuanto al segundo caso, la renuncia del primer ministro libanés Saad Hariri, es el último de los capítulos del enfrentamiento que sostienen Riad y Teherán. Hoy en el blog explicamos ambos casos intentando una mirada panorámica.

Papel de Irán en Siria

Algunos recordatorios para entender este panorama completo:

1. Irán es el mayor aliado regional del presidente sirio Assad. Desde el inicio de la guerra, Teherán ha apoyado al régimen sirio con armamento, financiamiento, asesores, cuerpos de élite, y ha aportado el respaldo directo de milicias chiítas, tanto Hezbollah que procede de Líbano, como otras que proceden de otros países como Irak y Afganistán, milicias que han sido formadas, entrenadas y financiadas por Teherán.


2. La proyección geopolítica iraní contempla un amplio círculo de influencia chiíta que emerge desde Teherán, pasa por Irak (país de mayoría chiíta), cruza Siria (país gobernado por alawitas –una subsecta del islam chiíta-), y llega al Mediterráneo a través de Hezbollah, como dijimos, una milicia financiada, armada y entenada por Irán, la cual tiene mayores capacidades que el propio ejército libanés.


3. Una potencial caída de Assad en Siria, implicaba no solamente el desplome del mayor aliado de Irán en la región, sino también la ruptura de ese círculo de influencia en uno de sus puntos cruciales, cortando entre otras cosas, los canales de abasto entre Teherán y Hezbollah en Líbano.


4. De ahí la oportunidad que los rivales de Irán en la región (tales como Arabia Saudita, Turquía y Qatar) percibieron en la guerra siria, razón por la cual financiaron y armaron a la rebelión desde 2012. Y de ahí también la importancia para Teherán de asegurarse que Assad no cayera.

La ventaja de Assad en el conflicto sirio

1. La cuestión es que, pasados los años, ayudado por Irán y también por Rusia, Assad ha logrado sobrevivir, y ha reconquistado una buena parte del territorio que perdió durante la guerra. Es decir, si bien el conflicto armado está lejos de terminar, todo indica que Assad va a prevalecer, y con él, los intereses de sus aliados regionales y globales.


2. Para Irán esto significa muchas cosas. Por un lado, el círculo de influencia arriba descrito, va a seguir gozando de buena salud. Pero, por otro lado, a nivel táctico, su reposicionamiento local es evidente. Hoy, tanto su personal de élite como las milicias que Teherán envió a Siria para ayudar a Assad, mantienen ubicaciones de privilegiadas en territorio sirio y asisten al ejército de ese país en el control de dicho territorio.


3. Las condiciones de ventaja para Assad han permitido que una parte de los combatientes de Hezbollah estén ya regresando a Líbano. Adicionalmente, estas nuevas circunstancias garantizan que las rutas mediante las cuales esa milicia es armada por Teherán, se mantengan operando.


4. Ello implica que Hezbollah no solo conserva sus capacidades y estatus previo a la guerra, sino que los incrementa. Ahora, sus militantes cuentan con amplia experiencia de combate, con un aliado –Assad- eternamente endeudado con ellos, y, por si fuera poco, con más y mejor armamento que hace seis años. Ahora, su concentración, y prioridades retornan a su país, Líbano, y a enfocarse en su principal y mayor enemigo, Israel.


5. Esto, en términos simples, significa que Irán puede darse el lujo de mantener su peso sobre Siria al mismo tiempo que se reenfoca en fortalecer su posición en Líbano. Sus aliados están ahora desplegados con amplias capacidades desde Irak hasta Beirut.


6. Esta lectura es la que está provocando reacciones en los dos frentes señalados.
 

Desde Israel

1. Israel ha llevado a cabo ataques sobre territorio sirio desde hace tiempo. El objetivo inicial de estos ataques era evitar que Hezbollah recibiese armamento considerado estratégico o sofisticado (lo que hace tiempo incluía también armamento químico) a causa de la pérdida de poder de Assad. Cada vez que la inteligencia israelí detectaba transferencias de dicho armamento hacia Hezbollah, lanzaba un ataque que procuraba se mantuviera con un bajo perfil. Siria no respondía porque Assad no quería abrir un frente de guerra adicional contra un enemigo poderoso como Israel.


2. La otra meta de Jerusalem era asegurar que ni Irán ni sus aliados adquirieran nuevas posiciones en territorio sirio cercanas a la frontera con Israel, pues eran consideradas por ese país como potenciales zonas para efectuar ataques en su contra.


3. La cuestión es que, conforme Assad ha ido ganando la guerra, las cosas se han ido moviendo. Por un lado, para Israel se ha tornado cada vez más indispensable enviar el mensaje tanto a Siria e Irán, como a las potencias internacionales –Rusia y EU-, de que no va a tolerar que sus enemigos ocupen posiciones en territorio sirio cercano a sus fronteras, o que se fortalezcan a niveles que incrementen la amenaza a sus intereses. Es por ello por lo que sus bombardeos sobre ese país han aumentado.


4. Pero por el otro lado, Assad está hoy menos preocupado por la guerra que antes y, por tanto, ha hecho algo que hace poco tiempo no se atrevía a hacer: devolver el fuego contra los aviones israelíes, enviando con ello un contramensaje a Jerusalem: los ataques israelíes no van a disuadirle de que él, Irán o los aliados de ambos, ocupen el lugar que, tras seis años de guerra civil, han logrado ganar.


5. Esto, naturalmente eleva los riesgos de una confrontación, sobre todo entre Israel y el enemigo que hoy por hoy, se encuentra más capacitado y puede combatirle más eficazmente: Hezbollah. De ese modo, Irán no tiene que enfrentar a Jerusalem de manera directa y con ello, evita el tener que pagar el costo de una escalada mayor.

El caso de Hariri

1. Vinculado con lo expuesto arriba, se encuentra también el otro frente. El de Arabia Saudita contra Irán. Líbano, un país diverso en donde hay una amplia minoría sunita y otra amplia minoría chiíta, es una más de las zonas de choque entre estas dos potencias regionales.


2. Es importante añadir que Hezbollah no es solamente una milicia chiíta, sino un actor que cuenta con un ala política, la cual tiene participación en el gobierno y el parlamento de su país. Hariri, sunita, es un primer ministro que toma el poder con el pleno apoyo de Arabia Saudita (país, por cierto, de donde también es ciudadano). Pero la guerra en Siria no estaba definida y la prioridad de Riad en esos tiempos no era Líbano, por lo que la monarquía saudí no tuvo inconveniente en permitir a Hariri un amplio margen de maniobra para poder negociar determinados acuerdos con Hezbollah, el aliado de Irán.


3. Los análisis iniciales indican que su renuncia, un anuncio que efectúa desde Arabia Saudita, se hizo bajo presión de la monarquía saudí. Hariri denunció que había sido objeto de un complot para asesinarle y acusó a Hezbollah y a Irán de estar detrás de ese complot.


4. Si bien no hay evidencias claras de que ese complot exista, lo que sí sabemos es que, tras los sucesos de la guerra siria, Hezbollah e Irán han podido reconcentrarse en Líbano, y en recuperar su base de poder en ese país, cosa que habían tenido que descuidar relativamente. En la lectura de los saudíes, Irán estaba consiguiendo influenciar a Hariri más de lo aceptable. El viernes pasado, un asesor personal del líder supremo iraní, el ayatola Khamenei, tuvo encuentros directos con Hariri, con el presidente libanés Aoun, y con el líder parlamentario Nabih Berri al mismo tiempo que Putin estaba en Teherán. Por si eso no bastaba, el emisario iraní declaró que la victoria de Líbano sobre el terrorismo había sido producto de la lucha de la resistencia, es decir, Hezbollah, y que Irán continuaría protegiendo a Líbano.


5. Riad parece haber decidido que, bajo las condiciones actuales, Hariri ya no era funcional para contener a Irán y a su aliado Hezbollah. Eso explicaría su renuncia.


6. Al momento de este escrito, otro frente de lucha entre Teherán y Riad se intensifica. El fin de semana un misil balístico fue disparado contra Arabia Saudita desde Yemen. Todo parecía indicar que se trataba de un ataque más por parte de los rebeldes Houthis, pero hoy mismo, Riad acaba de acusar a Hezbollah de ser los responsables de dicho acto en un claro “acto de guerra apoyado por Irán”. Esta es una línea de hechos distinta, pero que se entreteje con todo lo descrito en el presente texto.

En suma
En suma, lo que va a tener que enfrentar la región es un panorama en el que la posición de Irán, sus aliados, y su círculo de influencia entero, han resultado fortalecidos. Esto, de manera natural, va a seguir ocasionando reacciones por parte de los rivales y enemigos de Teherán, empezando por Israel y Arabia Saudita. Y ello, por supuesto, está incrementando los riesgos de ver nuevos conflictos en Medio Oriente. Sin embargo, como dijimos, la situación en Siria no es de estabilidad o calma, lejos de ello. Por lo tanto, de cómo se negocie y resuelva el escenario sirio –en donde Moscú y Washington deberán comprender y tratar de mediar en cuanto a todo lo que hay en juego-, y de cómo esa resolución pueda impactar otras zonas y factores de la región, podría depender qué va a suceder posteriormente en los frentes descritos en el texto de hoy.

Twitter: @maurimm

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