Una carta bomba, categórica, flamígera y acusadora:

“Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia (...) y libre de todo extremismo, ya sea de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión, las convicciones anteriores no encontraron eco,”

¿Quiénes son esos “extremistas” de los que habla Carlos Urzúa?... esta es una renuncia que cae con relativa sorpresa pero que, de muchas maneras, ya se daba por descartada en algún punto de la joven Cuarta Transformación, la pregunta era ¿cuándo?

Y es que, no es para menos, muchas de las políticas implementadas y ordenadas por el Presidente Andrés Manuel López Obrador parecieran faltas del menor rigor económico, ya no digamos de sentido común: recortar el gasto público al mínimo creando uno de los subejercicios más graves en los últimos años para regalar dinero con fines electoreros, negar la caída en la producción petrolera, negar la caída en el empleo, pelearse con las calificadoras internacionales y cancelar el aeropuerto de Texcoco, solo por mencionar algunas…

Se veía venir su renuncia, pero ¿cuál habrá sido la gota que derramó el vaso?, ¿la injerencia y constante pugna contra Alfonso Romo ?, ¿las políticas cada vez más carentes de sentido?, ¿la crisis que se avecina?

Arturo Herrera

ha calmado a los mercados por unos instantes, es un hombre que inspira confianza aunque su semblante, más bien, marque lo contrario.

Si el Presidente respeta a su Secretario de Hacienda , puede que venga una luz al final del túnel para la 4T y, más importante, para el país.

Pero si lo descalifica, como lo hizo cuando ridiculizó a Herrera frente a la prensa financiera internacional, desmintiendo sus declaraciones entorno a la refinería de Dos Bocas, entonces ¡hagan sus apuestas!, ¿cuánto durará?... Seguro menos que Urzúa.

El emperador anda desnudo, muy desnudo.

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