Es muy conocida la frase del entonces virtual presidente electo López Obrador sobre las “benditas redes sociales”. De acuerdo con AMLO, las redes sociales fueron una fuente importante de información para informar el voto a su favor en las pasadas elecciones presidenciales. Hace algunas semanas, el presidente relató en un video una plática que sostuvo con Mark Zuckerberg en la que le decía: “Cuando estábamos en la oposición nos cercaban […] y no había información de lo que hacíamos. Con las redes sociales es distinto, ya todos tenemos la libertad para manifestarnos, para expresarnos. A veces se abusa, pero con todo, eso es mil veces mejor”.

Con estas pocas palabras, AMLO sintetizó el poder de las redes sociales: libertad, espontaneidad, penetración, relación directa con la audiencia, entre otras características. Si a lo anterior añadimos su gratuidad o su bajísimo costo en términos relativos, es comprensible por qué algunos gobernantes y políticos actualmente prefieren usar redes sociales para comunicarse con el público. Pero también es un ámbito donde se confrontan estrategias y guerra sucia. A raíz de la victoria de Trump en 2016, han quedado al descubierto las diversas maneras en que las redes sociales pueden servir de herramienta para desinformar y manipular a los votantes. Facebook ha estado en el centro de las críticas.

Trump también ha hecho de su cuenta de Twitter un poderoso instrumento para hacer política. El mundo se entera a través de sus tuits de las decisiones que ha tomado. En México, el presidente López Obrador también es una activa figura en Twitter. Con casi seis millones de seguidores, en esa red social difunde sus conferencias matutinas, videos, reuniones, giras, mensajes y hasta facetas de su vida personal como su afición al beisbol. Twitter también le sirve para fijar posturas en una infinidad de temas a cualquier hora y desde cualquier lugar.

En Twitter también se libran las batallas político-ideológicas más descarnadas. Las voces oficialistas y de la oposición se enfrentan de manera abierta y, al amparo del anonimato, muchas veces se expresan las palabras más ofensivas. El ridículo, además, es parte central del menú de Twitter: los memes le dan a esta red un toque lúdico que ayuda a compensar su parte hostil.

A pesar de la centralidad de Twitter para los políticos y la comentocracia, es una red social de penetración limitada y con un perfil muy diferente al de la población. Se puede ganar la guerra en Twitter y perder una elección (o viceversa). A diferencia de Facebook, que tiene una penetración de 54% entre la población en edad de votar, los usuarios de Twitter solo representan 14% de los ciudadanos mexicanos (los datos vienen de la agregación de 7, 500 entrevistas nacionales de Buendía & Laredo acumuladas en el último año). Los usuarios de Twitter son predominantemente hombres (64%) y la gran mayoría (77%) tiene menos de 45 años de edad. Además, en Twitter abundan las personas con estudios universitarios (43%) en una proporción que duplica el promedio nacional. Facebook, en cambio, se parece más a la población debido a su cobertura. Twitter entonces presenta un doble sesgo en términos demográficos: su perfil es diferente al de los usuarios de internet que a su vez ya son diferentes a la población en general.

En el mismo sentido, es posible que las opiniones que se vierten en Twitter estén más divorciadas del sentir de la población. Si bien AMLO tiene una aprobación que ronda el 70%, la opinión sobre él en Twitter es predominantemente negativa. En un análisis que ha elaborado Pablo Reyes, y que se podrá consultar próximamente en Oraculus.mx, se observa que en los últimos meses la opinión sobre el presidente López Obrador es mayoritariamente en contra. Aunque en la última semana ha habido una ligera mejoría, por lo general las opiniones negativas sobre sus acciones o persona se ubican en un rango de 55-60 por ciento, y las positivas entre 35-40 por ciento. En el último mes, el único momento en que las opiniones positivas fueron mayores que las negativas, ocurrió alrededor del 1 de julio en el aniversario de su victoria electoral (66% a favor vs 29% en contra).

Se puede perder la guerra en Twitter
Se puede perder la guerra en Twitter

Fuente: Oraculus.mx

El ánimo tuitero también es muy diferente al de la población. De acuerdo a los datos que INEGI ha recolectado desde inicios de 2016, el estado de ánimo de los tuiteros en México no ha cambiado sustantivamente de julio del año pasado a la fecha. Es decir, la victoria de AMLO no modificó su estado de ánimo a pesar de que en la población en general sí lo hizo. De hecho, entre junio a la fecha, el índice del INEGI (que mide % de tuits positivos entre negativos) disminuyó de 2.3 a 1.9. En contraste, luego de la elección presidencial, el índice de confianza del consumidor se fue al cielo y también la percepción favorable del rumbo del país. Por eso digo que se puede perder la guerra en Twitter, pero ganarla entre la población.

Se puede perder la guerra en Twitter
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