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Guadalajara.— Este sábado sería el bautizo de Tadeo, el bebé de ocho meses que murió el martes pasado a causa de las quemaduras que sufrió cuando dos sujetos armados incendiaron el camión en que viajaban él y su madre.

Ella aún no sabe que ya no está, sigue grave en un hospital de Guadalajara, sedada por el dolor que le provocan las quemaduras de segundo y tercer grado en 90% del cuerpo.

El lunes por la noche, Tadeo y su mamá regresaban del centro de Guadalajara en un camión de la ruta TUR, habían comprado lo necesario para su bautizo, no sabían del atentado contra el ex fiscal Luis Carlos Nájera ni que las represalias del Cártel Jalisco Nueva Generación por la captura de algunos de sus integrantes los afectaría directamente.

En el camión varado sobre las avenidas Mariano Otero y Las Torres el humo y el fuego se propagaron violentamente, según el relato de dos sobrevivientes que aún se recuperan en el sanatorio, pronto reinó la confusión, nadie ayudaba a nadie e incluso hubo quien tuvo que romper los vidrios para escapar.

Tadeo y su madre quedaron atrapados entre llamas, fueron los más afectados de las nueve personas que resultaron lesionadas esa noche; el pequeño aspiró humo ardiente y sus vías respiratorias no lo resistieron.

Alexis es el padre de Tadeo y después de recoger su cuerpo, la madrugada del miércoles, lo llevó a una funeraria para despedirlo.

En una sola noche le cambiaron la vida, reclama el joven que intenta mantenerse fuerte porque su dolor no ha terminado: su esposa sigue grave y aunque el gobierno de Jalisco ha realizado los trámites consulares para trasladarla a una clínica especializada de Austin, en Texas, lo delicado de su salud impide el viaje.

“¿Qué le voy a decir yo a mi señora, cómo le voy a explicar lo de nuestro hijo?”, se pregunta.

Desde el lunes por la noche Alexis permaneció al lado de su hijo y de su mujer, pendiente de su salud, con la rabia y la tristeza habitando su cuerpo. Según personal del hospital privado a donde fueron enviados, el martes se enteró de la muerte del pequeño a través de lo que comenzó a circular en redes sociales y requirió atención sicológica, sin embargo, señala él mismo, es la única vez que la ha recibido.

“Justicia”, es lo que exige Alexis y se cuestiona si ésta en realidad existe, si hay algo que pueda resarcir el daño causado.

La justicia que pregonan las autoridades, la justicia institucional, la que dice ser ciega y para todos ha sido incapaz de responder, pues los causantes del incendio por el que murió Tadeo (sus asesinos, podría decirse) siguen libres.

El nombre de Tadeo está inscrito en la Glorieta de los desaparecidos, donde el martes por la noche al menos medio centenar de personas se reunieron para velar por él.

Ayer, Alexis dejó una parte de su vida en el cementerio de Santa Ana Tepetitlán, en Zapopan, y regresó con el resto que le queda al hospital San Javier de Guadalajara.

El gobierno se ha encargado de los gastos hospitalarios y funerarios, en redes sociales se replica el cartón de Qucho, monero tapatío que ha dado en el clavo: un pequeño ángel duerme en una nube y sobre él las palabras “Perdónanos Tadeo. No pudimos darte un país mejor en el que pudieras vivir”.

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