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El llanto de Enriqueta Rosales, doña Cleta, abuela de Rubén Cárdenas Ramírez , se escuchó hasta la calle apenas supo que se había consumado la ejecución de su nieto en una prisión de Texas. “¡Cómo no me va a doler, es mi sangre, es mi nieto!”, respondía a las muestras de consuelo.

Juan Ramírez, el mayor de los nueve hijos de doña Cleta, dijo que no hubo justicia para ninguno porque nunca se aclaró si —Rubén— realmente había sido el culpable. Consideró que el gobierno mexicano no asumió una defensa fuerte, “lo dejaron ahí y hasta que supieron la pena de muerte volvieron a trabajarlo”.

En su vivienda de la colonia Las Delicias, ubicada a espaldas de la casa de doña Cleta, Juan comenta que la tragedia ocurrida en 1997 con el fallecimiento de Mayra dividió a la familia, porque algunos hermanos se hicieron más del lado de Felisa; ahora se vivió una segunda tragedia, y el deterioro de la salud de la abuela, a partir de que se notificó que Rubén sería llevado a la cámara de la muerte.

“Se le condenó y se le quitó la vida, cuando decía que él no la había matado”. Comentó Juan que “a la persona que lo acusó… le dieron 25 años de prisión” y le falta poco para salir.

“Me repatean las injusticias, siento coraje, como en el caso de mi sobrino: desgraciadamente no pudimos hacer nada desde acá, ellos que estaban allá tampoco se movieron, apenas nos dimos cuenta de que sí sería ejecutado hasta hace tres meses”.

Refirió que cuando supo que de nuevo el gobierno entraría a la defensa se albergó la esperanza de que su sobrino podría seguir con vida, que se podría demostrar que no era culpable del crimen, pero “la autoridad no se movió como debía”.

La abuela tenía la esperanza de que se le dejara vivir, porque Felisa, madre de Mayra, le había otorgado el perdón, no hubo justicia.

Al saber que su nieto había muerto cayó en crisis emocional, sufrió un trastorno por su problema de diabetes y se le afectó la presión arterial, por lo que su hija Joaquina se la llevó al hospital. Hoy la casa de la abuela permanece con las puertas cerradas.

Fox se indigna. El ex presidente lamentó el caso de Rubén, por quien abogó ante él su madre Sanjuana siendo presidente. Entrevistado en San Miguel de Allende, Fox señaló que la pena de muerte no es sostenible: “Nadie en este mundo y en esta tierra, ningún ser humano puede juzgar a otro con una sentencia de muerte. La sentencia de muerte ya está pasada de moda, ya no la ejerce casi en ningún país”. Criticó que en Estados Unidos siguen con “estas barbajanerías”.

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