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Juchitán de Zaragoza.— Uno tras otro, los féretros recorren las calles de La Venta, el primer pueblo de México en el que se sembraron aerogeneradores eólicos.

Los habitantes reparten sus condolencias a los familiares de las seis personas asesinadas la mañana del lunes y lloran con ellos. La iglesia y el cementerio se llenan de flores y música. Los testigos son los 367 molinos blancos que flanquean el pueblo.

Si no fuera por los sepelios, este pueblo estaría desierto. Las seis escuelas suspendieron clases y apenas se ven vehículos en las calles principales. Sólo las bandas de música que acompañan los cortejos y el doblar de las campanas de la iglesia del Santo Niño, que recibe a los muertos, rompen toda esa quietud.

Cinco de las seis víctimas fueron sepultadas en La Venta.

Por la mañana enterraron a Leydi García, Aquileo Ordaz y Verónica Morales, y por la tarde, a las jóvenes Melissa Gutiérrez y Lucía del Carmen Moya Antonio.

Sólo los restos de Luis Ordaz fueron trasladados a Veracruz, a petición de su esposa.

A Melissa y Lucía del Carmen, dos jóvenes profesionistas, las vistieron con trajes de novia por ser solteras, tal y como lo dicta la tradición zapoteca. Los cohetes no dejan de tronar en sus casas, otra señal de soltería.

De acuerdo con las investigaciones de la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO) las víctimas acudieron a una junta en la carretera La Venta-Unión Hidalgo para ser contratadas en un parque eólico, cuando un grupo armado las rafagueó desde una camioneta. En el lugar murieron seis personas y dos resultaron heridas, incluido Ventura Ordaz Santiago, líder de un sindicato de trabajadores.

Ordaz Santiago, dirigente de materialistas y empleados de la construcción, había sido amenazado de muerte a principios de año mediante un mensaje, en esa ocasión le dieron 12 horas para retirarse de la población.

Ahora, el día de los 2 mil habitantes de La Venta gira alrededor de las vidas que fueron arrebatadas.

Agentes de la policía estatal y municipal realizan recorridos en la población. Durante el ritual de despedida, guardan una distancia prudente del cementerio.

Autoridades de La Venta realizan actividades de apoyo a las familias de las víctimas y el agente municipal, Ángel Antonio Regalado, solicitó a las corporaciones de seguridad, incluyendo al Ejército, redoblar la vigilancia en el pueblo.

El temor no es gratuito en esta población del Istmo de Tehuantepec. Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, abril ha sido el mes más violento de todo 2019 en Oaxaca, con 95 homicidios dolosos.

En este año suman 346 personas asesinadas en el estado.

De acuerdo con Rubén Vasconcelos Méndez, fiscal general, por estos crímenes se han abierto al menos 300 carpetas de investigación, de las cuales el Istmo concentra entre 20% y 25% de los casos que se indagan.

A ello se suman las muertes que no se contabilizan, porque en la región no es raro que algunas familias recojan a sus muertos antes de que las autoridades tengan conocimiento de los crímenes, lo que dificulta la labor para dar con los responsables.

Aunque el fiscal reconoce que por esta razón existe un subregistro de víctimas, aseguró que es muy pequeño, pues tras algunos días las familias interponen las denuncias.

En La Venta los habitantes están consternados y no hablan más que del ataque. Todos coinciden en que las víctimas sólo iban a buscar trabajo y encontraron la muerte frente a esos gigantes eólicos sembrados como promesa de una mejor vida.

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