Iguala.— “La vacuna es una esperanza”, comenta María de los Santos Ventura Díaz, la primera enfermera del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) de Iguala, Guerrero, en recibir la vacuna contra el Covid-19, pero la esperanza, asegura, debe ser para todos.

Desde marzo del año pasado, María de los Santos ha estado en la primera línea de combate de la nueva pandemia. En los últimos 10 meses sólo ha descansado 15 días. El resto los ha pasado sometida a largas jornadas que ya se acumulan en su cuerpo en forma de cansancio, pero, sobre todo, acota, en estrés...

En estrés por mantener vivo a cualquier paciente que haya ingresado grave al hospital... estrés porque el virus no la invada y estrés por no contagiar a ninguno de sus familiares cuando llega a su casa. “Más que cansada, siento mucho estrés. Nos enfrentamos a una enfermedad que no conocemos y de alto contagio”, dice.

A las 11:00 de la mañana de ayer, la vacunaron.

Fue en un salón del hospital del ISSSTE rodeada de otros trabajadores que se acercaron a ver la primera aplicación del antídoto al mal que, en casi 10 meses, los ha puesto a trabajar a marchas forzadas y que, sin verlo, los ha invadido de miedo y se ha llevado a algunos de sus compañeros.

De hecho, en el ISSSTE la mañana del miércoles fue de contrastes: afuera del salón donde se aplicó la vacuna había mucha expectación, incluso entusiasmo, pero también tristeza.

Casi a la misma hora en que arribó la vacuna, también llegó una mala noticia: una médica acababa de morir en la Ciudad de México, adonde fue trasladada a causa del Covid-19.

A su compañera no la pudieron atender porque, el sábado, cuando llegó, el área Covid estaba llena, sin ningún espacio para ella. No alcanzó cama; tampoco la vacuna.

Al estado de Guerrero llegaron 9 mil 820 dosis que se distribuyeron en Acapulco, Chilpancingo, Iguala, Taxco, Zihuatanejo, Tlapa, Chilapa y Ometepec.

El secretario de Salud estatal, Carlos de la Peña Pintos, informó que dos personas tuvieron reacciones a la vacuna, dolor de cabeza, náuseas y mareos.

Al municipio de Iguala, las dosis llegaron a las 10:00 de la mañana al Hospital General Jorge Soberón Acevedo, resguardadas por elementos del Ejército.

De ahí las distribuyeron a los demás hospitales.

Crece atención por alta demanda

Al ISSSTE llegaron 450 vacunas para los 580 trabajadores, que van desde médicos hasta intendentes. El medicamento llegó en tres hieleras, también resguardadas por militares.

Sin embargo, por ahora sólo laboran 260 empleados de la salud, el resto está en resguardo por ser considerado parte del grupo de personas vulnerables por la edad o por alguna enfermedad.

Así es como este nosocomio ha enfrentado la pandemia, con casi la mitad de su personal; es decir, los trabajadores están haciendo la función propia y la de la persona que está en resguardo; prácticamente trabajando el doble.

De hecho, este hospital ni la pandemia iba a enfrentar: al inicio de la emergencia sanitaria se planeó que sólo fuera un centro de recepción y, de ahí, remitir a los enfermos a otros nosocomios, como al de la Ciudad de México, Cuernavaca o Acapulco, pero la demanda por los nuevos contagios lo obligó a montar su propia área Covid.

La zona para los pacientes es pequeña, con capacidad para seis camas, pero ayer tenía 10 enfermos por el repunte de contagios que se vive en esta ciudad desde finales de diciembre.

Iguala entró en otra etapa difícil en la pandemia: los contagios van en aumento, así como los fallecimientos, y los hospitales comienzan a llenarse.

María de los Santos, una semana al mes, enfrenta de cara al virus en el área Covid del hospital. A veces, pasa más horas de lo que indica el protocolo de atención a pacientes con el virus.

Siempre tiene miedo de infectarse, reconoce, pero hoy trabajará más segura, con la vacuna; con la única alternativa médica que se ha demostrado que puede contener al virus.

En estos 10 meses, María de los Santos no se ha contagiado, pero en ese hospital, calcula el director, Claudio Brito, 30% de los trabajadores ya contrajo el virus.

La enfermera entrará más segura al área Covid, pero el estrés y la frustración continúan.

Mucha gente está, innecesariamente, en las calles y muchos de los pacientes que atiende están llegando tarde, con los síntomas muy avanzados y ya con pocas posibilidades de resistir.

“Es frustrante ver que se muere un paciente porque llegó tarde, porque esperó a que se le complicara para venir”, lamenta.

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