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Torreón, Coahuila

No podía levantarse. Los brazos los sentía pesados, como una losa sobre ellos. Sus piernas no reaccionaban a ningún movimiento. La mente de Víctor Valenzuela, de 30 años, lo traicionaba. “No lo vas a lograr, no puedes”, pensaba muy dentro de sí. Prefería levantar el teléfono y marcar a la escuela donde laboraba: “No voy a ir a trabajar, me siento mal”, decía acostado en la cama.

Así varias veces. Una y otra. Víctor no estaba consciente entonces, pero llevaba años cargando el trastorno más común en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS): la depresión.

“Necesito ayuda”, le dijo Víctor a su madre hace apenas un año, por lo que acudió al siquiatra, pero este problema, dice, lo arrastra desde hace por lo menos siete años.

Tenía 23 años entonces y sufrió una ruptura amorosa. La carrera que estudió, Ingeniería en Sistemas Computacionales, le aburría, se le hacía fácil. Impartía clases de computación en un ejido y le ayudaba a su papá en la reparación de computadoras.

“Soy una persona que le quiere dar gusto a todos, y eso en vez de darme alivio me causó estrés. Al sentirme débil fue cuando caí en depresión”, recuerda Víctor, quien durante siete años se soltaba a llorar por las noches sin razón aparente. “Era en los momentos que estaba solo”, añade.

Un trastorno. Víctor sentía como un dragón dormido que cada que despertaba lo destrozaba. Ese dragón, su depresión, lo hacía sentirse incapaz de muchas cosas, como ir a trabajar.

“No comía, no dormía, no tenía ganas de levantarme. Mi papá me decía que parecía zombi, una mirada sin vida. Y me cuenta mi mamá y mi hermana que la actitud y modo de comportarme era diferente, yo no recuerdo”, relata Víctor.

Aunque el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) no toma las cifras como datos epidemiológicos, desde 2010 a abril de 2018 ha otorgado 130 mil 225 incapacidades cuyo diagnóstico médico incluyó la palabra “depresión”, “depresivo” o “tristeza prolongada”, según una respuesta del IMSS a una solicitud de información hecha por EL UNIVERSAL.

El 2011 fue el año con más incapacidades por depresión, al sumar 18 mil 29, seguido de 2012 con 18 mil 13 y 2010 con 17 mil 866. A partir de 2012 han disminuido las incapacidades por dicho motivo; sin embargo, en los dos últimos años la cifra anual al respecto roza las 13 mil.

Osiris Pazarán, directora del Centro Integral de Salud Mental (Cisame) en Torreón, señala que se esperaba que para 2022 la depresión fuera la segunda causa de consulta médica de primer nivel en el mundo, pero asegura que se rebasó esa expectativa porque para 2015-2016 ya se cumplió.

Además, afirma que esta alteración como tal, sin pensar en un trastorno bipolar, es una de las cinco primeras patologías que generan incapacidad.

“La gente no solo llora, está triste. Pierde el gusto por hacer las cosas. Altera toda la parte afectiva emocional y tiene cambios cognitivos; su capacidad para pensar, para hablar, para hacer su trabajo disminuye. La gente deprimida va a tener menos capacidad de trabajo, menos ganas de trabajar y más ausentismo laboral”, explica la especialista.

Sin embargo, la siquiatra menciona que además de perder el trabajo, puede desencadenar en situaciones más graves como el suicidio o los brotes sicóticos, salirse de la realidad.

Víctor platica que antes de acudir con el especialista, escuchaba voces de suicidio y hasta ideó maneras de hacerlo, pero nunca lo intentó. Se aislaba y si sus familiares le preguntaban cómo estaba, les respondía enfadado. Batallaba para socializar. Le estresaba conocer gente o salir con amigos. Si se forzaba a hacerlo, se comportaba agresivo.

Aún hace seis meses, pese a ya estar en tratamiento, Víctor fue invitado a dar clases en una escuela, pero un día antes le entraron tales ansias y depresión, que tuvo que hablar con la subdirectora para decirle que no podía. “Sientes los brazos tan pesados y una mentalidad de que todo va a salir mal que no te deja mover”, platica.

Jalisco con más depresión. Jalisco es la entidad que desde 2010 registra el mayor número de incapacidades por depresión ante el IMSS, al contabilizar 15 mil 924; seguido de la Ciudad de México con 13 mil 838, Baja California con 11 mil 74 y Chihuahua con 10 mil 545. Aunque a nivel de tasa poblacional, Baja California ocuparía el primer lugar.

Por el contrario, las entidades que reportan desde 2010 menos incapacidades por motivos de depresión, según la respuesta del IMSS, son Tlaxcala (271), Colima (674), Guerrero (748), Baja California Sur (774) e Hidalgo (828).

La sicóloga Alma Mejía, adscrita al DIF Torreón, refiere que el detonante de la depresión es multifactorial, pero en su experiencia ha encontrado mucho que influye la cuestión económica. “Hay pocas oportunidades de desarrollo y eso provoca estrés”, explica. También ve que a la gente se le presiona mucho y vive en constante estrés, incluidos los niños. “Los padres desean que el hijo sea mejor y eso causa estrés en el chamaco”, añade.

Víctor Valenzuela platica que lo que terminó por estallar fue una relación amorosa que se volvió muy problemática. Sin embargo, reconoce que batalló para aceptar su enfermedad. “Si no pides ayuda te pones a pelear solo con ese dragón y no le vas a ganar”, dice.

A Víctor le ayudó a aceptar su depresión las ganas de querer seguir ayudando a sus papás, a la gente. “Necesitaba estar bien para ayudar a los demás, fue lo que me movió a decir estoy mal, necesito ayuda”, cuenta.

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