Chihuahua.- Un largo historial de cuadros depresivos y una serie de intentos de suicidio fallidos culminaron la noche que Luisa tuvo una trivial discusión con su pareja y decidió acabar con su vida.

Entonces, Luisa, de 28 años, huyó de una realidad que la había atormentado los últimos cinco años y que, pese a diferentes terapias y apoyos, no había logrado superar del todo.

Tras una discusión que parecía intrascendente, subió a su cuarto, se encerró y terminó con su vida.

Fue hasta la mañana siguiente cuando su pareja decidió entrar al cuarto para despertarla como cualquier otro día, pero se encontró con una escena que, tras más de un año, no ha podido borrar de su mente, aunque la lucha para superar la terrible pérdida es diaria.

De acuerdo con cifras oficiales, Chihuahua es una de las entidades de la República con las tasas de suicidio más altas, seguido de Yucatán, Aguascalientes, Campeche y Colima.

Hasta el mes de agosto de este año, tan sólo en la zona Centro del estado que comprende a los municipios de Chihuahua, Aldama, Delicias y Aquiles Serdán se han registrado 84 casos; en la zona Norte ha habido 68 sucesos, mientras que en las zonas Occidente y Sur ocurrieron 45 y 47, respectivamente, lo que significa 244 muertes por suicidio en sólo ocho meses.

Datos de la Fiscalía General del Estado muestran que en 2018 se registraron un total de 341 casos, mientras que en 2017 se alcanzaron los 343, lo que refleja un promedio de entre 28 y 30 suicidios al mes o casi uno por día en los últimos tres años.

El municipio de Chihuahua tiene el primer lugar a nivel estatal en suicidios, y a pesar de los programas anunciados por el Ayuntamiento y las instancias estatales, la tendencia no baja.

En el caso de Ciudad Juárez, que ocupa el segundo lugar de esta incidencia, la situación es similar, explicó Mariana Salcido, coordinadora de Salud Mental en la frontera.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo, es por ello que las políticas públicas en salud mental parecen insuficientes, pues mayoritariamente se dejan a iniciativa de los planteles educativos sin que exista un presupuesto público específico para la atención de la salud mental y emocional de niños y jóvenes.

Ayuda institucional

A raíz de que el estado de Chihuahua ocupa uno de los primeros lugares a nivel nacional por la alta incidencia de suicidios, el Instituto de Salud Mental comenzó a impartir conferencias de prevención en centros comunitarios y zonas marginadas.

Un esfuerzo similar es el que realiza la Jurisdicción Sanitaria, la cual ofrecerá atención sicológica en los Colegios de Bachilleres, no obstante, la mayoría de las veces, estos programas temporales no alcanzan para identificar, canalizar y atender a quienes presentan ideación suicida.

“Identificar y tratar a las personas adultas con depresión y otros factores de suicidio es aún más complicado, ya que la ayuda no llega a menos de que ellos se den cuenta que tienen un problema, o bien que algún familiar les busque ayuda”, explicó una de las terapeutas de la Jurisdicción Sanitaria.

El lunes, en la capital del estado un hombre de 50 años de edad subió a una estructura metálica con la intención de arrojarse al vacío.

En ese hecho, la intervención de diferentes corporaciones policiacas fue efectiva y evitaron que el hombre se quitara la vida; fue trasladado a recibir ayuda sicológica.

La maestra María de Jesús, directora de una secundaria local, afirmó que las estrategias implementadas por los diferentes niveles de gobierno no tienen el impacto esperado.

“Se acercan estas fechas y nos envían conferencistas, pláticas, talleres y actividades supuestamente para prevenir el suicidio, pero en un mes se van y no regresan; no creo que con ese tiempo sea suficiente para detectar alumnos en riesgo y menos para atenderlos”, señaló la docente.

El caso de Ana

Un caso que causó conmoción en la sociedad chihuahuense ocurrió en diciembre del año pasado, cuando una madre de 33 años, Ana, se lanzó junto con sus dos hijas, de seis y dos años, desde un puente en el Periférico de la Juventud y La Cantera, vías rápidas de alta afluencia vehicular.

En primera instancia se creyó que la mujer y las dos menores habían caído accidentalmente, luego de que su vehículo se averió; no obstante, las niñas lograron sobrevivir a la caída y la mayor de ellas explicó que su madre les había pedido que se aventaran.

Ana perdió la vida tras la caída y luego de su muerte salieron a la luz una serie de maltratos y situaciones familiares que vivían, pero el padre de las menores afirmó que Ana sufría un trastorno de bipolaridad.

Este hecho generó múltiples controversias entre las versiones que ofrecieron los familiares de Ana y su esposo, así como de la Fiscalía General del Estado —encargada de la investigación del caso—. Tras nueve meses, la familia sigue sin saber a ciencia cierta lo que ocurrió y, al igual que en el caso de Luisa, diariamente se preguntan si pudieron haberlo evitado.

“Siempre que pienso en ella, pienso que debí subir al cuarto para hablar y acompañarla, pero realmente habíamos discutido por una tontería, sé que traía muchas cosas en la cabeza y trato de convencerme de que realmente hice todo lo posible porque saliera adelante, aunque finalmente no lo logré”, finalizó la pareja de Luisa.

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