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La experiencia de las últimas elecciones confirma que, en varios estados, la formación de alianzas entre distintos partidos han tenido como objetivo, sí, la conquista del poder, pero también enfrentar a la fuerza emergente de Morena en varias entidades y frenar el avance de Andrés Manuel López Obrador y su ascendente partido en las regiones y con miras a la elección presidencial del próximo año.
En Veracruz el PAN buscó al PRD para enfrentar a Morena y evitar que el lopezobradorismo siguiera creciendo y se hiciera de más ciudades en la elección reciente de alcaldes. Y funcionó. Esa alianza equilibró las fuerzas rumbo a la sucesión de la gubernatura en 2018. O el caso más gráfico del Estado de México, donde la diferencia que evitó la derrota del PRI —que como partido sacó casi 70 mil votos menos que Morena— fue la alianza de los priístas con Nueva Alianza, PVEM y PES, que aunque no alcanzaron cada uno la votación suficiente (3%) y perderán el registro local, en conjunto sí le aportaron al PRI poco más de 5 puntos que hicieron ganar a Alfredo del Mazo.
Tan efectivas han sido las alianzas “antimorena”, que para 2018 ya se anuncia la pretendida alianza PAN-PRD de Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, que es una respuesta, sí, a la demostración de fuerza y cinismo del aparato federal y gubernamental del PRI en el Estado de México, pero también es el reconocimiento de que, solos, panistas y perredistas no pudieron competir con Morena y su crecimiento en territorio mexiquense. El mismo PRI repetirá en la elección presidencial el esquema de sus alianzas con partidos que, aunque pequeños, en la sumatoria de sus votos ayudarían al partido gobernante a superar el tercer lugar en las encuestas y lo pueden volver competitivo.
Por eso cada vez cobra más fuerza en la Ciudad de México, en la próxima elección local del 2018, una gran alianza de partidos para enfrentar y frenar el avance de Morena en la capital y evitar que se apropie de la jefatura de Gobierno, de la mayoría de 16 delegaciones, ahora alcaldías, y del control de la Asamblea Legislativa. Esa alianza, para la que ya hay conversaciones y acercamientos, sería encabezada por el PRD y podrían sumarse el PAN, PRI y el PVEM.
La clave de esa coalición “antimorena” radicaría no sólo en número y tamaño de partidos, sino en el candidato que llevarían a la jefatura de Gobierno. Y ahí cobra fuerza la propuesta de que, para enfrentar a Morena en el principal bastión nacional del lopezobradorismo, nada mejor que un candidato morenista como Ricardo Monreal, jefe delegacional en Cuauhtémoc que ya ha expresado sus intenciones de ser abanderado al gobierno capitalino, “con o sin Morena”. Monreal dijo que en septiembre dejará la delegación Cuauhtémoc para buscar la candidatura de su partido, pero ante la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador optara por un perfil más cercano a sus afectos, como el de Claudia Sheinbaum, el zacatecano no descarta aceptar la postulación de otro partido o de una alianza de partidos.
Una alianza para frenar a Morena no incidiría en la elección capitalina; el cálculo es que si a López Obrador se le derrota en la capital, donde está su mayor reserva de votos, también se le puede ganar la presidencial, de ahí que la coalición capitalina tendría ese doble incentivo para los partidos políticos que podrían integrarla ¿Todos contra AMLO en la CDMX?
NOTAS INDISCRETAS…¿Qué pasó el sábado entre Miguel Ángel Mancera y su gabinete? Las versiones sobre la petición de renuncia del jefe de Gobierno a todos los miembros de su gabinete, que luego fueron desmentidas por voceros y operadores del gobierno capitalino, sí tuvieron un fondo real que confirman fuentes bien informadas de la administración mancerista. Resulta que quien hizo el comentario, en una reunión de gabinete, de que “todos deberían poner su renuncia sobre la mesa”, ante la crisis de confianza y la sospecha de “traiciones” porque no apoyan debidamente al jefe de Gobierno, fue precisamente su jefe de Gabinete y hombre de mayor confianza de Mancera, Luis Serna. El comentario fue más en el sentido de una renuncia simbólica para que le dieran a Mancera la posibilidad de evaluar el trabajo de cada uno de sus colaboradores, a raíz de varios frentes que se le han abierto al gobernante capitalino por temas de aumento de inseguridad, obras cuestionadas y otros asuntos. Pero al filtrarse el mensaje de Serna y ante el escándalo en medios, de inmediato comenzaron a desmentirlo. El propio Serna, en reconocimiento de un problema que no buscaba crear, le presentó su renuncia a Mancera pero éste se la rechazó. Al final todo quedó en una filtración no deseada, un desmentido oficial y una reunión y un mensaje mal operado que metió mucho ruido al gobierno capitalino, justo a un par de meses de que el jefe de Gobierno se separe de su cargo para buscar la candidatura presidencial…Se lanzan los dados. Escalera. Bien comienza la semana.
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