Cuando Enrique Peña Nieto inició su campaña política por el Estado de México, primera parada en su camino a la Presidencia, utilizó con éxito una serie de spots televisivos en los que asumía compromisos de gobierno rubricados con la frase “¡te lo cumplo y te lo firmo!”.

Aquella estrategia fue retomada en la campaña presidencial del priísta para reforzar la imagen de comprometido y cumplidor. Encontró, sin embargo, un severo revés en la contrapropaganda usada por el PAN en la contienda presidencial de hace cuatro años: “Peña no cumple”, afirmaban los spots de Josefina Vázquez Mota, donde documentaban el incumplimiento de sus promesas.

Aquella estrategia panista, concebida para bajar a Peña y posicionar a Vázquez Mota, fue un éxito, pero no en el sentido esperado: bajó, sí, las preferencias por el candidato tricolor, pero en lugar de subir las de la panista, catapultó las del tercero en discordia, el entonces perredista Andrés Manuel López Obrador.

Los spots “Peña no cumple” salieron inexplicadamente del aire. Se dice que por orden de Calderón, a través de su operador político Roberto Gil, hoy presidente del Senado y entonces coordinador de la campaña de Vázquez Mota. Aquella decisión frenó la caída del candidato del PRI.

Dos explicaciones han sido puestas en la mesa: 1. Que Calderón (quien desde Los Pinos y con su gente tenían secuestrada la campaña de Vázquez Mota), ordenó sacarlos del aire para evitar que López Obrador rebasara a Peña en la intención del voto; y 2. Que Calderón finalmente cumplió un compromiso asumido en secreto con el entonces gobernador mexiquense, de acuerdo con la tesis central del libro El Amasiato, del periodista Álvaro Delgado.

Aquel acuerdo secreto habría sido tomado cuando Calderón competía por la Presidencia. El candidato presidencial tricolor, Roberto Madrazo, ya estaba desfondado, y el perredista López Obrador lucía imparable. El pacto habría sido que el PRI del Estado de México operaría el día de la elección de 2006 para transferir 200 mil votos priístas al candidato presidencial del PAN, equivalentes al estrecho margen de sufragios con que el Tribunal Electoral dio la victoria a Calderón. Éste, a cambio, respaldaría seis años después (2012), las aspiraciones presidenciales de Peña Nieto, lo que el panista michoacano cumplió al dejar colgada de la brocha a la candidata de su propio partido.

Hoy la realidad avala lo que aquel spot panista documentaba: “Peña no cumple”.

El Presidente prometió, como resultado práctico de su reforma energética, no más gasolinazos y la reducción de las tarifas de la luz. Pero este agosto inicia con un segundo aumento consecutivo de los combustibles, después de la promesa de no hacerlo más. En su gobierno ha aumentado la gasolina 34 por ciento (un promedio de 3.15 pesos por litro). A su vez, la energía eléctrica, sobre todo la destinada a la industria, al comercio y al alto consumo doméstico, ha subido 25 por ciento en lo que va de este año.

La reforma educativa, por su parte, nada más no transita: la oposición de la CNTE y su secuela trágica en Nochixtlán, ya transformó una causa sindical en un movimiento social con altas expectativas de contagio y expansión. Esa reforma, en los hechos, ya está a revisión en su sentido estrictamente educativo y la Segob, por encima de la SEP, ha tenido que ceder (liberación de líderes, eventual reinstalación de maestros cesados y devolución de días descontados), con tal de evitar una escalada de ingobernabilidad, asociada a otras atrocidades innegables como la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, la masacre de Tlatlaya, el asesinato de presidentes municipales (tres en los pasados 10 días, cinco en lo que va del año y 16 en lo que lleva esta administración) y, apenas hace dos días, la consignación de un edil michoacano por ordenar a sus policías detener, asesinar y calcinar a diez personas.

Y es que la estrategia contra la inseguridad tampoco ha resultado. Sigue el baño de sangre. Las cifras de homicidios relacionados con la delincuencia organizada, se acercan peligrosamente al espeluznante récord de Calderón y su inútil guerra.

Qué decir, por lo demás, de la promesa de frenar la corrupción. Nada ocurre con lo de la Casa Blanca, monumento al tráfico de influencias al igual que la de Malinalco, de Luis Videgaray. O qué decir de los desfalcos y desvíos de los gobernadores de Veracruz, Chihuahua y Quintana Roo. Por eso aventuro: Peña Nieto no cumple.

rrodriguezangular@hotmail.com

@RaulRodriguezC

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