El Estado de México, ese reducto de la dictadura perfecta a la que se refirió Mario Vargas Llosa el siglo pasado cuando habló de nuestro país, es hoy la joya de la corona electoral.

Poco más de 16 millones de personas habitan en esa entidad, aunque la vida sea difícil y corrosiva para más de la mitad. De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, 8.2 millones de mexiquenses viven en condiciones de pobreza. En cuanto a seguridad, el dato es abrumador. Según el Inegi, 9 de cada 10 mexiquenses se sienten inseguros.

El interés radica en sus poco más de 11 millones de personas inscritas en la lista nominal, que convierten a la entidad  en el padrón electoral número uno del país, seguido por la Ciudad de México (7.4 millones) y Veracruz (5.6 millones), estos dos gobernados ya por la oposición.

Eso explica las ferias semanales a las que han enviado a los hombres fuertes del gabinete —como el mismísimo jefe de la Oficina de la Presidencia, Francisco Guzmán— a repartir de todo. Aunque lo que se regala es poco comparado con los  más de 24 mil millones de pesos en infraestructura que serán ejercidos el próximo año en el Estado de México, ocho mil millones más que lo programado para 2016. Cuatro de cada 10 pesos de recursos federales destinados a obras serán invertidos ahí.  Eso no es todo: a unos meses de la elección —no antes, y aunque la inseguridad sea uno de los peores males en el estado— se anuncia el reforzamiento de la seguridad en la entidad con tres mil elementos del Ejército, la Marina y la Policía Federal en los ocho municipios con mayor incidencia delictiva.

Por eso me atrevo a vaticinar desde ya que el PRI va a ganar en el Estado de México. No hay manera de vencer a ese aparato. Claro, ningún presupuesto será suficiente si optan por un mal candidato. Se habla de Ana Lilia Herrera, Ernesto Némer, Alfredo del Mazo, Carlos Iriarte, José Manzur... El ex gobernador que es Presidente tendrá que acordarlo con el gobernador que quiere ser Presidente. Lo escribo así para enfatizar la importancia que tiene para ambos esa designación y sus efectos.

Ante todo esto ¿qué hace la oposición?

En el PAN no ven la suya. No les alcanza el dinero ni tampoco la unidad. Josefina Vázquez Mota no se la va a jugar con un partido dividido. ¿Quién entonces? ¿Ulises Ramírez? ¿Édgar Olvera? ¿José Luis Durán? No veo ganador a ninguno. Y lo de aliarse con el PRD es cada día más remoto. Juntos le arrebataron al PRI entidades que siempre había gobernado, pero la alternancia en Veracruz o Quintana Roo se explica en buena parte por la existencia de mandatarios muy mal evaluados. No es el caso de Eruviel Ávila.

EL HUERFANITO. Con todo este enredo mexiquense no sólo gana el PRI, gana también Morena, que puede adelantarse a casi todos y quedar como segunda fuerza en una entidad que tendrá mucho peso en 2018.

Ya dos veces la historia ha demostrado que ganar el Estado de México no implica en automático ganar la Presidencia, pero sí puede llevar a algunos a posicionarse y a otros a descartarse.

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