José Antonio Meade se ha convertido en una suerte de apagafuegos para el gobierno de Enrique Peña Nieto, luego del triunfo de Donald Trump. Su primera llamada de emergencia la atendió el día siguiente a las elecciones en Estados Unidos, el 9 de noviembre. “México está en una posición de fortaleza para enfrentar el nuevo entorno”, dijo en un mensaje a medios junto al gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, para tratar de calmar a los mercados. “Vamos a hacer los ajustes necesarios para preservar los fundamentos macroeconómicos”, agregó.

Era el inicio de una estrategia de gobierno encomendada al secretario de Hacienda, quien asumió el cargo el 7 de septiembre pasado, tras la renuncia de su amigo Luis Videgaray, consecuencia de la ola de críticas por haber gestionado la invitación de Trump a Los Pinos.

Al mensaje de Meade le siguieron una serie de entrevistas con medios de comunicación para calmar a los inversionistas bajo el argumento de la solidez de la economía mexicana y la presunta dificultad de Trump para aplicar sus políticas en contra de México.

Esta última semana, Meade estuvo de gira en Nueva York y Londres, junto con José Antonio González Anaya, el director general de Pemex. Ambos sostuvieron encuentros con representantes de las calificadoras Fitch, S&P y Moody´s, participaron en foros y acudieron a la sede del Consejo de las Américas. También dieron entrevistas a dos de los medios más influyentes del mundo en materia económica y financiera: The Economist y el Financial Times.

¿Sus encomiendas? Hablar de la estabilidad macroeconómica de México y del nuevo plan de negocios de la atribulada petrolera mexicana. El secretario de Hacienda fue a presentar los optimistas pronósticos de crecimiento que aún tiene la dependencia a su cargo para 2016 y 2017, los cuales están por arriba de todos, incluyendo los del Banco de México.

Ayer, por ejemplo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recortó las expectativas de crecimiento de la economía mexicana de 2.6 a 2.2% para el 2016.

¿La razón? Que el equipo de José Ángel Gurría está viendo, como prácticamente todos los economistas en jefe de las instituciones financieras y organismos internacionales, los probables efectos de las políticas de Donald Trump para la economía mexicana.

Pese a todo, Meade mantiene su postura —que es la del Presidente y la de Agustín Carstens— de esperar hasta el último momento para ejecutar algún cambio de fondo en las políticas fiscal, monetaria, financiera o comercial.

Lo cierto es que si de algo goza José Antonio Meade —sobre todo después del affaire Trump-Videgaray— es de credibilidad internacional, como ningún otro integrante del gabinete ni del círculo cercano al Presidente. Basta ver cómo publicaciones que critican a Peña Nieto, como The Economist, ven en Meade a un fuerte prospecto para la candidatura presidencial del 2018.

Su experiencia como secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores, así como sus buenas relaciones forjadas durante el tiempo que estudió en el extranjero, lo han puesto como un operador clave en la relación México-Estados Unidos, de cara a la renegociación del TLCAN y las intenciones de Trump de deportar a millones de mexicanos y construir un muro en la frontera.

En su reciente entrevista con el Financial Times, Meade aseguró que una mala renegociación del TLCAN podría ser igual de nociva para Estados Unidos que para México. Lo mismo con la deportación masiva de inmigrantes que proveen valor a la economía estadounidense.

Meade también se refirió a posibles nuevos recortes al presupuesto y aumentos de impuestos. No obstante, aseguró que en este momento no se tiene previstos más ajustes fiscales para el resto de la administración.

Este es precisamente un tema que tiene preocupados a los empresarios mexicanos. ¿Cómo va a incentivar el gobierno mexicano la inversión, sobre todo frente al cabildeo que ya está haciendo Trump para evitar que empresas trasladen su producción o anuncien nuevas inversiones en nuestro país?

El férreo multimillonario Wilbur Ross, quien se prevé sea nombrado secretario de Comercio de Trump, planea convencer a las empresas estadounidenses de regresar a producir al país, o que no se vayan, mediante exenciones de impuestos de entre 15% y 35%.

¿Qué va a ser Pepe Meade frente a este escenario? Más le vale al gobierno que ahora sí tenga un plan para cuando esto suceda… porque se ve muy probable.

Posdata. A juzgar por sus apariciones en eventos públicos —como hace unos días en el partido de la NFL en México y en el Consejo Político del PRI—, sus múltiples entrevistas con medios nacionales y extranjeros, sus road shows internacionales y el manejo de sus redes sociales, el secretario de Hacienda quiere convertirse en un serio contendiente en el 2018. Sería el gallo de Videgaray.

Twitter: @MarioMal

Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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