Después de una pausa indefinida a la normalización de la política monetaria en Estados Unidos y una declaración de “cautela” ante los resultados de esa economía este año y la desaceleración mundial, el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés) ha vuelto a abrir la posibilidad de un ajuste al alza en los tipos de interés en este año.

Si bien aún no existe un consenso entre los integrantes de la Reserva Federal en torno a los siguientes pasos en relación a la política monetaria, si se ha manejado la posibilidad de un aumento en el costo del dinero en lo que resta del año, dado que “los riesgos” de corto plazo de la economía de EU se han reducido.

Los indicadores del mercado laboral incluyendo la creación de empleos, han mostrado una mejora. Asimismo, el gasto de los hogares se muestra sólido y la industria consiguió acelerar su desempeño en julio (la producción industrial se elevó 0.7% en relación al mes anterior, lo que registra el mayor avance en los últimos 20 meses, de acuerdo con cifras ajustadas por estacionalidad). Además la industria manufacturera creció a una tasa de 0.5% en el séptimo mes del año, evidenciando el mayor repunte en 12 meses.

¿Estos elementos sugerirían la posibilidad de un aumento de tasas en septiembre? Un factor fundamental para que esto no se diera, es la evolución de la inflación, por debajo de su objetivo de largo plazo de 2%. Una nueva disminución en los precios de la energía, sería favorable para el consumo, pero no para el sector de producción de hidrocarburos.

Por otro lado, entre otros factores de cautela, está la baja inversión en capital fijo. Dado que la utilización de la capacidad productiva en ese país, aunque ha avanzado y se ubica en su mejor registro en los últimos nueve meses, todavía está por debajo del 80% histórico, lo que indica la necesidad de nuevas inversiones.

En este ámbito una apreciación mayor del dólar podría contrarrestar las ganancias obtenidas en el avance industrial, sobre todo el manufacturero, afectando las regiones donde se alberga esta actividad.

Empero quizás la razón de mayor peso para no esperar un alza en los réditos en el noveno mes del año, es la proximidad de las elecciones en Estados Unidos. Un entorno de incertidumbre política, aunado al mundial, no ayudaría a una decisión, tan fundamental, como lo es el endurecimiento de la política monetaria.

Esta situación de coyuntura, no excluye, sin embargo, la posibilidad de articular una nueva subida de tasas a finales del año. Desde luego, habrá mucha expectativa como dicha restricción monetaria afectaría la situación económica y financiera a nivel mundial e incluso a la propia economía estadounidense.

Ya que de acuerdo con los pronósticos de crecimiento mundial por los analistas de IHS Markit, los únicos luceros en el escenario global son India e Indonesia. En recesión se encuentran: Brasil, Rusia y Venezuela; en el límite: Argentina, Japón y Sudáfrica; vulnerables están: China, Francia e Italia; y sólidos, pero no espectaculares: Canadá, Alemania, España, Suecia y el propio Estados Unidos.

En México, la previsión de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para 2016, entre los consultores, es a la baja (menos de 2%), ante la debilidad económica reflejada por los datos preliminares del segundo trimestre del año. De hecho, la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha recortado la expectativa de crecimiento del PIB este año, desde un rango de 2.2% a 3.2% a uno de 2.0% a 2.6%.

Es de esperar, entonces, que el Banco de México se mantenga con un sesgo acomodaticio a las decisiones de la Fed, si bien no pueden desestimarse los riesgos que podrían generarse en un ambiente económico mundial tan inestable que exigiera una reacción anticipada de las autoridades monetarias.

Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte

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