Confieso algo: tenía muchas expectativas sobre la historia que, finalmente, Kate del Castillo contaría sobre su relación con Joaquín El Chapo Guzmán. Creo que tenía todo para justificar plenamente su acercamiento con el narcotraficante para hacer una película sobre su vida, ¡faltaba más! Es una historia interesante, por supuesto que merece ser contada.

Pero me decepcioné. Qué ingenuidad de la actriz. Cuánta naïveté. Tras leer la entrevista que le dio a The New Yorker y mucho más el relato en primera persona que este fin de semana publicó Proceso, me dan ganas de darle una palmada en la espalda y mandarla a un curso en el que le den herramientas para distinguir claramente la realidad de la ficción.

Pienso que, aunque ella misma defiende que es irreal que se crea La Reina del Sur, por algo su hermana, Verónica —quien la conoce mucho mejor que yo— se lo dice. Ella misma lo dijo en la entrevista con Robert Draper. No ayuda la percepción de su familia: su padre dice que la chamaquearon, que no mide las consecuencias de sus acciones.

Guardaba yo el deseo de que lograra defender de manera clara —mucho más consciente, sabiendo quién es El Chapo Guzmán— su derecho a contar la historia, que está bien. Quizá soñaba con que la aparente cercanía del chat —que sí, conocimos porque fue filtrado por una autoridad— era una estrategia para darle confianza y que él le contara todo y luego ella lo retratara. Me equivoqué.

Leo a una Kate (también antes a un Sean Penn: esos momentos en el que le preocupa el futuro de su pene o bien resalta la caballerosidad del narco que no menciona que se acaba de echar un pedo) como hipnotizada por la cercanía con la figura, como si él fuera ajeno a la violencia, como si habláramos de un hermano de la caridad, como si todo se explicara y casi justificara por una cruel niñez y la falta de oportunidades.

Tras el relato de Kate no se ve en ella a una cineasta, documentalista, biógrafa. Por un lado escribe que prefiere no saber dónde está, cuándo se reúne con él y al mismo tiempo reivindica que lo suyo es un proyecto periodístico. Otro momento en el que queda claro es cuando sabe que El Chapo se fuga por segunda ocasión: siente pena por ella, pobre Kate, por su proyecto… no se da cuenta que se acaba de poner mucho mejor la historia.

A lo largo de su texto más bien leo a una actriz que quiere cambiar al narco, reivindicarlo ante la historia. Que le lleva poesía de Jaime Sabines para apelar a su corazón… que insiste en que hagan el bien, “trafiquen con amor”. O como relata ella en la escena donde él la lleva a descansar tras haber tomado quizá demasiado tequila: le pide a él, “amigo”, que su proyecto se dedique a “resarcir de alguna forma a las víctimas del crimen organizado”. A él. ¡A El Chapo!

Kate es una mujer exitosa que tiene dos nacionalidades, que ha triunfado en su mundo. Pienso que si eso le pasó a ella, quien lee y se preocupa por su entorno, ¿qué podemos esperar de los custodios de un penal? Con razón le decían “Don Chapo”. Así se explica la fuga… mental de todos a su alrededor. Somos un país narcotizado hasta el tuétano cultural. Tampoco ayuda en nada el desprestigio de las instituciones (verdad distorsionada, diría EPN).

La única historia decente que parece surgir de esto es casi sociológica: de cómo todos sucumben a una banalidad aparentemente venial.

El único ganador de este affaire es El Chapo mismo: sigue vivo, con ofertas de película, marcando la agenda bilateral a dos gobiernos (“ya extradítenme, aquí no me dejan dormir”)…

Qué paradoja que Kate misma haya tenido tan claro que no estaba dispuesta a perder haciendo “una comedia romántica acerca del Sr. Guzmán”. Y ya ve.

Falta ver con qué sorpresas nos sale en la entrevista de 20/20, con Diane Sawyer.

A todo esto, sigo pensando que se violó su presunción de inocencia, que sí ha sido blanco de una cacería de brujas, que hay que probar —y no se ha hecho— si en verdad recibió cualquier tipo de dinero del narco. Hasta ahora, no hay nada.

Interesantes (y preocupantes) los números dados a conocer ayer por El Universal en torno a la aprobación de la gestión del presidente Enrique Peña Nieto y del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera.

La aprobación al trabajo del presidente de la República cae más: sólo 32 por ciento, lo desaprueban 56 por ciento.

A Mancera le va casi igual. Lo aprueba un 24 por ciento, mientras que el índice de desaprobación es del 57 por ciento.

Por algo será, sin duda. La fiesta de cumpleaños de Diego Fernández de Cevallos que congrega a tantos personajes y tan opuestos. De hecho, me parece, juntó a menos panistas que priístas. El próximo año quizá no inviten a Xóchitl Gálvez: también a ellos les cayó pésimo el periscopeo de la delegada.

Nadie sabe para quién trabaja... o, mejor dicho, quién trabaja para uno. Esa podría ser la moraleja dada a conocer por el portal de Aristegui Noticias (por cierto, el domingo la periodista cumplió un año fuera del aire ya).

En octubre de 2005 fue detenido Rodolfo David Dávila Córdova, El Cónsul,  sentenciados por el juez cuarto de distrito por el delito de operaciones con recursos de procedencia ilícita. El personaje confesó que fue operador del cártel de los hermanos Arellano Félix y se encargaba de hacer transacciones para lavar dinero. Transportó cerca de 740 mil dólares en una camioneta.

Ahora, asegura el portal, casi 11 años después,  la suerte de Dávila Córdova cambió drásticamente.

Hoy, vía las empresas Grupo Comercializador Cónclave S.A de C.V, y Prodasa S.A, se convirtió en contratista de la Cruzada Nacional contra el Hambre. En conjunto, las dos empresas obtuvieron contratos por 396 millones de pesos.

Ellos lo dijeron:

--Los mejores irán al gobierno, los inútiles a la calle y los corruptos a la cárcel, porque no habrá perdón ni olvido. Sacaré las manzanas podridas ya los criminales. Se les acabó su carnaval: Héctor Yunes, candidato del PRI a Veracruz. En el mismo evento estaba Javier Duarte.

--El Presidente Peña está personal y completamente comprometido con la protección de los derechos humanos. Somos un país que está abierto al escrutinio internacional, y cooperamos completamente con los sistemas internacionales de derechos humanos. Hemos recibido más de dos mil recomendaciones de diferentes mecanismos y relatores, y tanto organizaciones nacionales como internacionales han diagnosticado nuestra situación en la materia. Cerca del 75 por ciento de las recomendaciones han sido exitosamente atendidas, sobre todo en materia de políticas públicas y armonización legislativa: la canciller Claudia Ruiz Massieu. Que le pregunten al GIEI sobre la cooperación...

katia.katinka@gmail.com

http://blogs.eluniversal.com.mx/camposeliseos/

http://twitter.com/kdartigues

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses