Las Chivas no logran estabilizar ni un futbol consistente ni el entorno para sus entrenadores. Matias Almeyda causó sensación al principio por los resultados y no tenía tanto mérito en realidad; ahora tampoco es el principal responsable de un nuevo paso tambaleante del rebaño.

Pensaron que con Peña y Pineda la cosa cambiaría radicalmente. Son buenos refuerzos, pero Chivas tiene semestres con planteles muy justos. Los equipos que aspiran al campeonato, deben tener dos titulares en cada posición.

Se ha demostrado hasta el cansancio en México, que es muy difícil solventar las eventualidades con planteles tan cortos. Será muy difícil que los Dorados no estén extintos el próximo mes de mayo.

Chivas tiene que estar dando gracias en San Juan de los Lagos de la cuesta tan empinada que de manera injusta se le pone al recién ascendido. Muy pocos casos de equipos venidos de la División de Ascenso logran equilibrarse en todos sentidos y sobrevivir.

Por razones muy conocidas, lo que se transmite de la cúpula hacia abajo en Chivas es incertidumbre. Hoy deberían estar planeando los próximos cinco años y volver a ponderar ese talento jalisciense que por décadas abasteció al primer equipo con jugadores que se volvieron ídolos.

Chivas ha perdido identidad y peso. La derrota en Morelia alborotó de más ese corral cargado de nerviosismo. A Almeyda tienen que dejarlo trabajar y afirmar su liderazgo, pero sin ratificaciones públicas. No hay sino debilidad y confusión si tienes que salir a defender al técnico cuando el entorno acusa, con buena o mala intención, la descomposición del ambiente interno. Impensable un cambio de entrenador ahora. Sería la mayor locura entre tantas puntadas que se han aventado en esta era. Chivas tiene lo necesario para competir con dignidad. Hablar de algo más se vislumbra casi milagroso.

Twitter: @Javier_Alarcon_

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