Era cuestión de tiempo, era cuestión de que los astros se alinearan y la magia que emana de los botines de 22 futbolistas se confabulara para dar como resultado el show del mejor equipo del mundo. Sí, ya han pasado unos días desde que el Barcelona nos hizo revivir sus épocas doradas y nos regalara un fantástico triplete digno de los dioses; no obstante, lo que atestiguamos sigue haciendo eco, no sólo en las calles de Barcelona, sino en el mundo entero.

En Berlín sólo podía coronarse el que mejor argumentos presentara; el que maravillara con su toque de balón; el que robara suspiros al rival; el que no se permitiera cometer errores imperdonables; el que lograra mantener su portería lo más intacta posible; el que desesperara al enemigo; el que se viera equilibrado atrás, pero agresivo y letal al frente, ése fue el Barcelona, y por ello se lleva las palmas de oro y con justa razón es reconocido como el mejor del orbe.

El equipo que vivió los sinsabores de un vestuario que en un inicio se vio desconcertado ante los duros golpes a nivel administrativo, tuvo la sapiencia y fortaleza mental y física para hacerle frente a las críticas de quienes pensaban que se había terminado una histórica época y que se avecinaba lo peor. No fue así, el efecto al interior del equipo fue contrario y a la vez exitoso.

Lionel Messi tomó fuerzas de la triste temporada anterior para renacer y hacerse más fuerte junto a sus dos compañeros en la delantera; Neymar deslumbró con su espectacular forma de conducir el balón, mientras que Luis Suárez se convirtió en un futbolista maduro y completo. El cambio de lado en el que jugaron Messi y Suárez le trajo más peligrosidad al gran tridente culé.

Xavi Hernández se despidió con honores, como sólo los mejores saben hacerlo, y si me pidieran quedarme con un momento de la hazaña, sería con el instante en el que el capitán levantó la ‘Orejona’ y con ello cerró un ciclo histórico portando la casaca blaugrana. Xavi es una maravilla dentro del terreno de juego, el Barcelona lo extrañará, eso sin duda, pero estoy segura que en un futuro no muy lejano será un honor verlo tomando el timón del equipo.

Hablar de Luis Enrique es hacerlo de un entrenador que marcó un hito en este conjunto. Es el artífice del pentacampeonato; de llevar el mando del primer equipo en conseguir dos tripletes. Sobran palabras para describir a este equipo y faltan líneas para plasmar su grandeza. Un año tendrá que pasar, antes de volver a disfrutar un espectáculo como el que el Barcelona y la Juventus nos regalaron en Berlín.

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