De nada sirvió la campaña que lanzó la Federación Mexicana de Futbol. El grito de “puto” al portero visitante se sigue profiriendo en los estadios mexicanos.

Recientemente, esa exclamación se escuchó por enésima vez durante el partido entre México y Honduras en el Estadio Azteca, y la FIFA multó a la Federación Mexicana con 600 mil pesos.

Tal parece que muchos aficionados, al enterarse de la susodicha campaña, ahora lanzan el grito con más fuerza, como una rebelión o un desafío a la autoridad.

Desde siempre hemos escuchado toda clase de insultos, frases rasposas, albures y picardías con ingenio mexicano en los estadios. Sería absurdo e imposible erradicarlos. Lo que sucede es que en este caso, la expresión, al ser gritada a coro y de modo estentóreo, llamó la atención del máximo organismo del futbol mundial, que tiene reglas muy concretas sobre este tipo de situaciones.

¿Por qué surgió en Guadalajara en los primeros años dos mil y no en décadas anteriores? Porque el futbol era un espectáculo mucho más familiar, la sociedad en México en general se comportaba con una mayor educación y la descomposición social no había alcanzado niveles tan graves como ahora.

Todo comenzó como una diversión colectiva de relajo en las tribunas, sin la intención de insultar a un portero visitante en particular. Sin embargo, acaso sin quererlo, el grito llevaba implícito un insulto y una falta de respeto con matices homofóbicos.

Ahora bien, si no se tenía la intención de molestar a algún portero en concreto, pero la expresión es hasta cierto punto ofensiva, ¿por qué no modificarla o eliminarla de una vez por todas, como una muestra de respeto y civilidad?

El asunto es que la situación ya se salió de control y ahora mismo representa un serio problema para la Federación y para la propia Selección Mexicana, a la que dicen apoyar quienes asisten a los partidos del conjunto nacional en Santa Úrsula.

Una idea flota en el ambiente. Que la Selección se vaya a jugar a Monterrey y el público regiomontano dé al capitalino una muestra de categoría, absteniéndose de gritar “puto” al guardameta del equipo contrario. No dudo que lo pueda lograr. La afición norteña es entregada y consciente a la vez. Cómo olvidar el excelente comportamiento de la afición de los Rayados cuando el Atlante se coronó en el antiguo estadio Tecnológico en 1993.

Por lo pronto, lo que empezó como desmadre puede acabar con más multas, pérdida de puntos, una orden para jugar a puerta cerrada y hasta la eliminación de un Campeonato Mundial, según lo marca con toda claridad el artículo 58 del Código Disciplinario de la Federación Internacional de Futbol Asociación. ¿La FIFA aplicaría con rigor sus leyes o finalmente será consecuente con el balompié mexicano?

Rescatista debutante. Frontal, agudo entendedor de la táctica, humano en el trato, claro de ideas y fácil para transmitirlas, Rafael Puente del Río se presenta como entrenador de un equipo profesional. Si logra demostrar su capacidad y los resultados lo acompañan con Lobos BUAP, puede ser el inicio de una brillante carrera en el banquillo. ¡Suerte!

heribertomurrieta65@gmail.com

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