“Jaime, ¿aquí estás?”, pregunta nervioso desde su radio uno de los guardaespaldas que escolta al trío Miguel Ángel Yunes, Ricardo Anaya y Santiago Creel para que salgan por la puerta principal del Congreso de Veracruz, a donde han acudido a protestar contra una iniciativa del gobernador Javier Duarte que, según ellos, le garantizaría impunidad perpetua. Miércoles en la tarde en Xalapa.

Afuera están plantados unos 250 integrantes del movimiento de los 400 Pueblos, históricamente hostil con Yunes. Ya hubo gritos y algún jalón cuando el trío de panistas atravesó el plantón a las puertas del Congreso, instalado para incordiar a Yunes.

No hay engaños. Los de los 400 Pueblos saben que acudirá Yunes y Yunes sabe que lo aguardan los 400 Pueblos. “¿Jaime?”, vuelve a preguntar el guardaespaldas. “Acá está cabrón, Jaime. Los vamos a exponer, cabrón”. Pero un segundo guardia lo apura con un inatacable: “¡Ellos quieren salir por aquí!”.

Custodiados por escoltas y diputados afines, Yunes, Anaya y Creel salen por la puerta central. Tendrán que cruzar de nuevo el plantón y caminar unos 150 metros hasta la camioneta en que arribaron. Quedan cuerpo a cuerpo con los 400.

Gritos, empujones, los de los 400 Pueblos patean y avientan palos. El trío consigue llegar a la camioneta. Anaya y Creel quieren contener las pedradas con un discurso. Mejor se escapan. El incidente dura menos de tres minutos, pero las imágenes fragmentadas explotaron en las redes sociales. Anaya, el presidente del partido que pronto estará gobernando 11 entidades, declara sin cuidar los adjetivos: “Fuimos brutalmente agredidos”. El saldo: un hospitalizado con golpes en la cabeza y cuatro heridos leves. ¿Brutalmente agredidos?

“Fuimos respetuosos en la campaña”, me dijo ayer el líder de los 400 Pueblos, César del Ángel. “Pero teniendo varias entradas al Congreso, se vino a meter a nuestro plantón con mucho talante, queriendo demostrar demasiado valor. Lamentablemente, iban ahí el señor Anaya y Santiago Creel, que les tenemos afecto. El señor Yunes fue el provocador”.

—Ustedes, tradicionalmente pacíficos, fueron violentos, César.

—Yunes llevaba golpeadores. Se dan los jaloneos. Sí le estábamos diciendo que es corrupto, asesino y nos ha despojado de nuestras tierras. Empezaron a empujarnos y golpearnos, y entonces sí ya entró nuestra gente. Él no tenía que ir a pavonearse a nuestra asamblea. No niego las injurias ni los hechos. Pero fue una provocación. El señor, siempre autoritario y prepotente, debe ser respetuoso de nuestras movilizaciones pacíficas, comportarse como gobernador electo. Estamos agraviados y lastimados.

Yunes, Anaya y Creel cuentan una versión distinta: fue una “brutal agresión” manejada, pagada por el gobernador Duarte. Cuatro semanas después de las elecciones ganadas por Yunes, la tragedia sigue rondando Veracruz. Y nada apacigua a unos ni a otros. Mucha imprudencia, mucha testosterona.

Qué ganas tienen de tentar a la desventura.

MENOS DE 140. “Si hubiera salido por la puerta de atrás, no tendría derecho a gobernar al pueblo veracruzano, tengo dignidad y valor”: Yunes.

gomezleyvaciro@gmail.com

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