Desde hace dos años, la poderosa y multimillonaria Elba Esther Gordillo vive dentro de un austero cuarto esquinado en la cárcel-hospital de Tepepan, en el Distrito Federal.

No hay más muebles que su cama médica, un sofá individual y un buró donde descansan un iPad y algún libro que le van cambiando sus visitantes.

La van a ver su abogado, sus familiares; seguido le llevan comida hecha en casa para no tener que enfrentar la alimentación que, por ser de prisión y de hospital, ha de ser doblemente mala.

De cuando en cuando camina por los pasillos de su piso con las batas propias que guarda en el pequeño clóset. No puede ir a otro sitio. Platica con las enfermeras y se muestra interesada por los asuntos de las pacientes de los otros cuartos, reclusas también, que lo mismo se recuperan de un parto que de alguna operación de emergencia.

Pide a las encargadas que le den medicina a tal señora o dona los pañales a la mamá primeriza. Entre una gestora social y una mujer en campaña.

Para quienes se quedan afuera de su cuarto no hay más plática que la de los asuntos mundanos. A los que entran les demuestra que está al tanto de la política nacional, en forma.

Elba Esther Gordillo encabezó el sindicato más poderoso de América Latina. Se enriqueció en esa posición. Su fortuna financiera luce intocada. Su fortuna política es un misterio.

Varias fuentes judiciales y del Ejecutivo federal me confirman que es inminente que Elba Esther Gordillo salga de prisión.

La dirigente vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación fue encarcelada en febrero de 2013 y su inesperado arresto constituyó un golpe de mando que fortaleció al recién llegado Enrique Peña Nieto.

Sin embargo, a decir de estas fuentes confiables y de alto nivel, la administración federal echó mano de recursos legales y presiones políticas sobre el Poder Judicial para estirar al máximo la estancia de La Maestra; tras las rejas. El objetivo era que no dejara el penal de Tepepan antes de las elecciones, pues esto podría significar otro golpe al PRI.

Hay dos rutas de salida para Elba Esther Gordillo:

La primera es la clemencia por edad y enfermedad. Ambas condiciones parecen estar bastante acreditadas en su persona, con 70 años de vida y una veintena de padecimientos, algunos de ellos graves, que ha difundido su abogado.

La segunda es que el caso en su contra se caiga porque, a decir de varias fuentes, el expediente está armado de manera deficiente, algo que parece atribuirse con frecuencia a la administración de Jesús Murillo Karam en la PGR.

Políticamente, aun sorteado el efecto electoral, la liberación desatará sospechas y críticas sobre el gobierno del presidente Peña Nieto. La maestra Gordillo es uno de los símbolos de la corrupción política y para buena parte del público verla libre refuerza la percepción de impunidad.

SACIAMORBOS ¿Si está tan enferma, no es mejor que permanezca en un hospital que en su casa?

historiasreportero@gmail.com

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