Ofrecí al pueblo, como puntos salientes de mi programa,

una administración honesta y empeñarme por satisfacer

las necesidades agrarias y mejorar las condiciones de la clase obrera.

Lázaro Cárdenas del Río

Los recientes comicios han visibilizado aún más la división y la incertidumbre del electorado en cuanto al proyecto de gobierno del cual desea formar parte. La jornada electoral corroboró que estamos inmersos en un entorno de inconformidad generalizada: el PRI, que fue el pírrico vencedor gracias a una estrategia de atomización del voto, lo hizo con una exigua ventaja que lo mantendrá en el escrutinio de sus opositores, el PAN y el PRD han perdido su identidad institucional, el primero enfrascado en una lucha por el liderazgo interno y el segundo afectado por un vacío estructural e ideológico.

En ese panorama, Morena se erigió como una fuerza política emergente con miras a revitalizar a la izquierda mexicana. Desde que Lázaro Cárdenas asumió la Presidencia en 1934 no ha habido otro periodo en que se hayan planteado con seriedad teórica y pragmática ideas propias de un socialismo moderado. En sus apuntes, el propio Cárdenas perfiló que la prioridad de su programa se fundamentaba en tres vertientes hasta entonces poco explotadas en México: la socialización de la educación, la nacionalización de la industria energética y el fortalecimiento de los sindicatos.

Luego de una campaña de casi un año, en la que recorrió por entero el territorio nacional como candidato del PNR —hoy PRI—, Cárdenas concluyó: “El abandono en que viven numerosos pueblos; la criminal apatía de muchas autoridades y su falta de interés por resolver los problemas fundamentales que planteó la Revolución; la actitud de elementos que diciéndose revolucionarios sostienen un criterio conservador; la falta de comprensión de jefes militares que desconocen la finalidad social de nuestra Revolución; los grandes intereses creados por individuos que actúan en la política nacional; las concesiones sobre el subsuelo dadas en contra de los intereses del país; y por último los centros de vicio explotados con autorización de funcionarios federales y locales me hacen comprender que mi labor será ardua, que encontraré fuertes obstáculos oponiéndose a un programa de moralización, de mejoramiento económico de los trabajadores y de reintegración de las reservas del subsuelo. Pero tengo fe en que podré resolver todo esto apoyado en el pueblo y en la confianza que sepa inspirar al país con mis propios actos”. Como explica William C. Townsend en Lázaro Cárdenas. Demócrata mexicano, su triunfo no se basó únicamente en el oficialismo, sino que se logró gracias a que fue capaz de llamar con firmeza a la armonía y siempre se dirigió con confianza y honestidad a sus conciudadanos; aunque al paso del tiempo las reformas más significativas de su presidencia fueron diluyéndose.

El caso de Andrés Manuel López Obrador es opuesto al de Cárdenas, por más que el primero insista en que el michoacano es uno de sus modelos a seguir. Las urnas indican que son millones los votantes que están dispuestos a sufragar por un gobierno progresista. Sin embargo, es el propio tabasqueño el que genera dudas hacia ese tránsito. La coyuntura ofrece una oportunidad histórica para consolidarlo, pero, como ha venido ocurriendo desde hace 12 años, López Obrador sigue incurriendo en actitudes que ponen en duda su talante democrático. Entre otras, su intolerancia a la crítica es proverbial y ha demonizado a la prensa cuanto ha podido sin ceder siquiera un ápice a una opinión constructiva, aun cuando ésta provenga de sus simpatizantes.

A diferencia de Cárdenas, quien llamó a la unidad nacional, configuró un gabinete plural y talentoso que incorporó a militares y a civiles en igual proporción, y supo leer en el contexto de entreguerras una oportunidad para la modernización, el presidente de Morena se ha obstinado en conservar el poder para sí limitando la independencia de otras figuras que le han sido próximas e incluso rompiendo con ellas y con cualquier alianza que facilite su victoria. Será el propio López Obrador quien decidirá si está dispuesto a definir un proyecto vinculante o si, por el contrario, mantendrá su ambigüedad y le seguirá negando a la izquierda la posibilidad de alcanzar la alternancia.

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