Hope no tiene mullido sillón ni amplísimo estudio. Hope tiene, eso sí, gran admiración por ese joven que lleva Gil por nombre y Gamés por apellido. Gil Gamés para el público y la posteridad. Gilga pa’ los cuates.

Hace apenas unos días, Hope descubrió que es gurú de Gil (¿el Gurugil?) para todo lo relacionado con muertos y balaceras y violencia y noticias varias del infierno.

Hope, por supuesto, no pudo más que sentir orgullo ante tamaña distinción. El hombre con el nombre de la hache muda se congratuló de haber convencido a Gilga, renombrado y feroz crítico de todo lo existente, de que México no es Siria ni Afganistán ni Iraq ni un similar ni un conexo. Es un país muy violento, sí, pero no juega en ligas levantinas o mesopotámicas.

Sin embargo, Hope detectó en el texto de marras una dosis de escepticismo. Gil, al parecer, no comparte la idea de que México no está en guerra: “Que la boca se le haga chicharrón a Gilga, pero ¿qué es entonces un país donde han muerto más de 100 mil personas y existen más de 20 mil desparecidos? ¿Una feria medio violenta? En fon.”

Pues feria, feria, feria como la de San Marcos, no. Pero guerra, guerra sin tregua, guerra como la del 14 o la de los cristeros o la del Golfo, tampoco.

Hope asume, tal vez con poca razón, que el número de muertos no dice mucho por sí mismo. En Brasil, por ejemplo, se han acumulado más de medio millón de víctimas de homicidio en la última década. Esos son más cadáveres que los acumulados en el conflicto sirio. A nadie en sus cabales, sin embargo, se le ocurriría suponer que la situación de Brasil es siquiera comparable a la de Siria. Alguien que afirmase en público que Río y Alepo están en la misma categoría sería corrido a jitomatazos del foro.

Pero, dicen algunos, no todas las guerras son iguales. La nuestra, la mexicana, es una guerra de “cuarta generación” (4GW le dicen los que dicen que saben). Eso sería una guerra donde los contendientes no serían estados nacionales con bandera y escudo, sino grupos irregulares que se ocultan, se ensañan contra civiles, pegan y corren, controlan algo de territorio y nunca libran batallas a la vieja usanza. El Estado juega a veces de árbitro, a veces de espectador, a veces de un participante más.

Y bueno, sí, algo de eso describe a México. Pero también describe a Brasil: allá los malandros del PCC (Primeiro Comando da Capital) controlan las prisiones y han paralizado a balazos el transporte público de Sao Paulo. Y los del Comando Vermelho bajaron a tiros un helicóptero de la policía en pleno centro de Río de Janeiro.

Si a Hope lo apuran un poco, diría que incluso eso de guerra de cuarta generación también se aplica a Estados Unidos. Allá, los Crips le tupen a los Bloods y los de la MS-13 le surten a los del Barrio 18. La Mexican Mafia (que no es mexicana, por cierto) le disputa el control de las cárceles al Texas Syndicate y al Barrio Azteca. Y está y sigue estando la mafia mafia, la del Padrino y los Soprano. Y en muchas de esas broncas, el Estado se queda nada más chiflando en la loma.

Entonces, ¿eso es guerra? La primera reacción de Hope es decir “no jodan”. La segunda es pensar que, si todo es o puede ser considerado “guerra”, tal vez sea hora de ampliar el repertorio verbal usado para describir las muchas formas de conflicto humano.

Y bueno, en resumen, Hope agradece a Gilga por la mención y por la posibilidad de ampliar el tema. En fon.

Hope s’en va (à la guerre).

PD: Gilga pregunta por Guerrero. ¿Es allí nuestra Siria? Pues sí, salvo por la ausencia de armas químicas, bombardeos aéreos, uso de artillería pesada y sitios de meses a ciudades con decenas de miles de habitantes. Entonces, pues no.

alejandrohope@outlook.com.

@ahope71

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