A partir de la información que proporcionamos dentro y fuera de internet se van creando “dossiers digitales” (Solove, 2006) de nosotros. Cuando el manejo de estos es responsable, pueden contribuir a mejorar nuestra vida, cuando no, pueden entrañar diversos riesgos. Para favorecer lo primero es necesaria la incorporación de nuevos hábitos que hagan más eficaz la vida en relación con la tecnología. Sin embargo, esto cuesta trabajo hasta en asuntos básicos como el crear respaldos periódicos de la información que preservamos en nuestras computadoras o en la nube, a pesar del riesgo que implica el perder todo lo ahí contenido para siempre.

Tampoco creo que haya sido parte de los propósitos de alguien para 2017 el ser proactivos y conscientes en cuanto a la protección de nuestros datos personales. Sin embargo, es momento de obligarnos a ello, ya que lo que puede estar en juego es mucho. La información arrojada por la Encuesta Nacional de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales, realizada por el Inegi, indica que 90 por ciento de las personas con cuenta en redes sociales o profesionales tiene preocupación por el uso indebido de sus datos personales.

Y fuera de Internet la historia no es muy distinta, 95.9% de los encuestados ha proporcionado información a instancias públicas o privadas, que va desde el nombre, dirección o teléfono, pero también incluye creencias religiosas, estado de salud, opinión política, sueldo, estado civil entre otros, cuyo destino también es cuestionado. El uso que tendrán los datos personales que proporcionamos puede ser atajado a prori, por ejemplo, a través de la lectura atenta a los avisos de privacidad. En este sentido, la ENAID muestra que solo uno de cada tres mexicanas o mexicanos afirmó que en 2015 le fue presentado un aviso de privacidad, y de esos, 6 de cada 10 declaró haberlo leído. Es decir, las cifras aún son bajas.

Pero lo son más cuando consideramos las acciones a posteriori que como ciudadanos tomamos en lo correspondiente al uso y destino de nuestros datos personales. Por ejemplo, 1 de cada 3 afirma que ha recibido llamadas de empresas o instancias sin haber proporcionado sus datos para ello —por cierto, 72 por ciento de éstas llamadas ha sido a celulares personales. Sin embargo, únicamente 1.4 por ciento de la población ha denunciado estos hechos.

Tomando en cuenta lo anterior y que el Inai tiene como parte de su misión la promoción de una cultura de debido tratamiento de datos personales, existen dos asuntos que conviene conocer. El primero de ellos es que ya sea antes, durante o después de que nuestra información haya sido recabada, existe una serie de medidas que podemos tomar para evitar delitos graves que pueden impactar nuestro patrimonio o reputación. Un compendio claro, sencillo y ameno de acciones de prevención puede ser encontrado en la Guía para prevenir el robo de identidad, que publicó el Inai y está disponible en su página institucional. Bajo el entendido de que en la cadena de seguridad, el humano es el eslabón más débil, leer y compartir el documento señalado puede crear ciudadanos más preparados para los retos que nuestro mundo plantea. Los invito a conocerla.

El segundo asunto es que el próximo 28 de enero se conmemorará el Día internacional de la protección de los datos personales, con el objetivo de generar conciencia acerca de la protección de la privacidad y de difundir los derechos asociados a ésta en los distintos marcos de legislación existentes. De tal forma, el Inai y los organismos de transparencia de la Ciudad de México y de los estados llevaremos a cabo actos simultáneos los días 26 y 27 de este mes, con el tema: #Persona Digital: las dimensiones de su privacidad y protección de datos personales.

Esperamos que tanto la Guía como los eventos del 26, 27 y 28 abonen a la construcción de conciencia de esta ciudadanía digital a la que pertenecemos sin remedio, para lo bueno y lo no tan bueno.

Comisionada presidente del Inai.
@XimenaPuente

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