Estudiar la capacidad de los seres humanos de tener creencias religiosas implica buscar en los individuos de la especie los procesos que hacen posible pensar y establecer relaciones sociales con entidades imaginarias o sobrenaturales. Es por ello que en las últimas dos décadas se han intensificado los estudios sobre la religión, en campos tan diversos como la genética, las ciencias cognitivas y la biología evolutiva, buscando respuestas a por qué las personas albergan creencias religiosas, y por qué este tipo de conductas han resultado tan exitosas en la historia de la humanidad.

En un ensayo publicado en la revista Nature en octubre de 2008 (Religion: Bound to believe?), el antropólogo francés Pascal Boyer hizo un recuento de cómo la ciencia está cambiando la manera en la que concebimos a las religiones.

De acuerdo con Boyer se ha encontrado, por ejemplo, que las personas sólo son conscientes de algunas de sus creencias religiosas, mientras que otros aspectos de la forma en la que conceptualizan a los entes sobrenaturales, permanecen ocultos al individuo. Tal es el caso de la antropomorfización de los dioses, ya que las personas implícitamente esperan que las mentes de los entes sobrenaturales funcionen como las suyas propias, mostrando los mismos patrones de percepción, motivación, memoria y razonamiento. Esto quiere decir que aunque se conceptualiza a la entidad como omnipresente y omnipotente, se espera de manera implícita que atienda un problema a la vez, y que dé mayor importancia a las malas acciones que a los aspectos más mundanos de la vida cotidiana.

Además, se ha encontrado que estas expectativas implícitas, a diferencia de sus contrapartes conscientes, son muy similares en las diferentes culturas y religiones; lo que podría ser el resultado de las peculiaridades de la memoria humana.

Como señala Boyer, quizá un día encontremos que la capacidad biológica del ser humano de tener pensamientos religiosos sirvió en el proceso de evolución humana para favorecer la reproducción diferencial de nuestros ancestros, pero por ahora sólo podemos decir que todo indica que se trata de una propiedad emergente de nuestras capacidades cognitivas y no necesariamente una adaptación producto directo de la evolución.

Actualmente, es claro para muchos que el pensamiento y los comportamientos religiosos son parte de las capacidades humanas, como lo son también la moral, el arte y la política. De manera que para que la religión se presente, en todas sus diferentes variedades, solamente se necesita que las mentes normales de los seres humanos procesen la información de manera natural, y que crean en la existencia de entes sobrenaturales con los cuales poder entablar relaciones sociales.

Directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM

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