En tiempo de los muros y los odios, un viento renovador llega desde la Gran Bretaña. Si bien el Partido Conservador ganó las elecciones, la primera ministra se ha infringido una autoderrota. Los tories perdieron 13 bancas y con ello la mayoría operativa. Comparable al caso de David Cameron, que por un error de cálculo terminó precipitando el Brexit y en poco tiempo su propia dimisión. En cambio, Jeremy Corbyn perdió por menos del 2.4 por ciento de la votación y su partido conquisto 30 bancas más, para un total de 262 escaños frente a los 328 de los conservadores, que han debido pactar con el partido xenófobo y homófono de Irlanda del Norte.

Frente al cuestionamiento del ala moderada de su partido, Corbyn emerge como la figura emblemática de la izquierda en Europa. Después de la agresiva política de Margaret Thatcher contra los sindicatos, y de la instauración de un neoliberalismo implacable, Tony Blair —bajo la inspiración de Giddens— inventó la “tercera vía”, en abierto colaboracionismo con las derechas regionales y mundiales. Al punto que el parlamentario Corbyn solicitó juzgar al entonces primer ministro, emanado de su propio partido, por crímenes de lesa humanidad a raíz de la invasión de Irak.

Jeremy se mantuvo a la retaguardia en defensa férrea de sus principios. Durante la cacería en contra de los “terroristas”, fue arrestado por protestar contra el apartheid; defendió los derechos LGBTT cuando sólo la llamada “izquierda lunática” lo hacía y se involucró en la denuncia por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Era entonces presidente de la Comisión de Amistad con América Latina en el Parlamento, cuando establecimos amistad siendo yo presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores en la Cámara de Diputados. Su relación con nuestro país es intensa, sobre todo desde que contrajo matrimonio con Laura Álvarez, defensora de derechos humanos en Iztapalapa. Mujer discreta tal como la ha descrito puntualmente Ricardo Raphael.

Promotor de las causas sociales más sensibles, auténtico pedagogo de la ecología, los derechos de los trabajadores, el sistema de vivienda y el acceso a la salud pública. Heredero genuino y actualizador del Estado de bienestar. Ha pugnado por mayor autonomía del Reino Unido respecto de los organismos financieros internacionales, así como por la nacionalización de la industria privatizada por el thatcherismo. El “Nuevo laborismo” que encabeza busca restaurar valores humanistas esenciales —radicalmente opuestos a la prédica de Donald Trump—: una sociedad incluyente y la búsqueda de la igualdad.

Aunque no ha pretendido abiertamente revisar la salida de la Gran Bretaña de la Unión Europea, sus posiciones ayudarán a reanimar los movimientos populares del continente, opuestas a las políticas de ajuste y austeridad. En contraste con la líder conservadora, Corbyn presentó un manifiesto con fuertes tonos progresistas, que recuerdan a los mejores de la socialdemocracia europea: gratuidad de la educación superior, recomposición del salario mínimo, fin de los contratos de “horario cero” que eliminan la jornada laboral y mayores impuestos a los ricos. Propuestas que despertaron la esperanza de un electorado mayoritariamente joven, el mismo que se abstuvo en el referéndum sobre el Brexit. El estilo personal de Jeremy: su modestia, integridad y vida ejemplar, lo acercan a la figura del maestro. Con Sanders lo emparentan la brillantez y la determinación de luchar a contracorriente de una historia inicua.

Los brutales atentados de Manchester y Londres no jugaron esta vez a favor del discurso represivo y policiaco, ni de las cacerías racistas y antiinmigrante dominantes. La lección de Corbyn asumida por el pueblo británico, es que la intervención armada en otras regiones genera la respuesta terrorista contra las fuentes de poder que generaron la agresión.

Lo más relevante de este cambio es el fenómeno político de las nuevas generaciones que decidieron, por fin, influir en la política por la vía electoral. Los medios más escuchados hablan ya de un “terremoto de la juventud”. He hablado muchas veces de un horizonte infranqueable de conformismo frente al poder y de la dominación política ejercida a través de la cibernética, el espionaje y la impunidad. El maestro Corbyn nos ha enseñado que hay otro destino posible: la revolución de las conciencias.

Comisionado para la reforma
política de la Ciudad de México

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