Es común que, cuando los internacionalistas tenemos oportunidad de ser entrevistados por algún tema global, se nos pregunte cuál es el motivo por el que en México deberíamos estar interesados en esos asuntos tan lejanos, tan aparentemente desconectados de los muchos problemas que nuestro país vive.  De pronto como que nos hace falta efectuar las conexiones, encontrar los hilos conductores que hoy enlazan eventos o fenómenos distantes. Va una pista. El bajo nivel de los precios del petróleo está causando enorme daño en nuestras finanzas. Pero el petróleo barato no es exclusivamente consecuencia de factores económicos. Hay potencias enormemente interesadas en que los precios se mantengan así durante un buen tiempo, no únicamente por razones financieras, sino también por agendas geopolíticas. Unos ejemplos:

Si observamos con cuidado, veremos que el petróleo comienza a bajar con fuerza después del primer semestre del 2014. En junio de ese año el crudo se encontraba alrededor de 105 dólares el barril. Para octubre de ese año, el petróleo ya estaba en 80 dólares. En diciembre había llegado a 50 dólares. Una mirada panorámica a los temas geopolíticos de aquél momento, nos muestra que la crisis ucraniana iniciaba precisamente ese primer semestre del 2014. En marzo de ese año, Putin firmó la anexión de Crimea a Rusia. Estados Unidos y sus aliados decidieron responder con sanciones económicas y diplomáticas. Obama no podía y no quería escalar un conflicto militar y, como lo aseguró en su momento, la mejor estrategia era ejercer presión económica hacia Moscú, lo que eventualmente haría que Putin flexibilizara sus posturas. Ahora bien, Rusia, al ser el segundo país exportador de petróleo a nivel global, es uno de los más afectados de todo el planeta por la baja de precios del crudo. No estoy con ello queriendo decir que dicha baja hubiese sido inducida por Washington, pero a Estados Unidos no solo le conviene que el petróleo esté en los niveles actuales para que los consumidores en su país tengan acceso a gasolinas baratas o pasajes aéreos de buen precio. La Casa Blanca tiene un clarísimo interés en que las finanzas del Kremlin estén golpeadas y ninguna sanción económica iba a ocasionar el daño a Moscú que lo que el petróleo barato le ha costado. A pesar de que Rusia se encuentra preparada para resistir por un tiempo, esa capacidad de resistencia no es infinita y, de mantenerse la tendencia actual, llegará un punto en el que Moscú tenga que restringir su presupuesto militar.

No es casualidad entonces que, a inicios del año pasado, Rusia y Arabia Saudita comenzaron una ronda de negociaciones. Moscú necesitaba que Riad recortase su producción petrolera para provocar un alza en los precios del crudo. A cambio, los saudíes pedían que el Kremlin limitara su respaldo al presidente sirio, Assad, y le presionara a efectuar concesiones. Dichas negociaciones no prosperaron y esa fue una de las muchas causas por las que Moscú no solo no limitó su apoyo a Assad, sino que lo redobló. El Kremlin lanzó una intervención aérea en Siria que ha logrado recuperar la posición del presidente, su aliado, situación que le dotó de fuerza ante las conversaciones sobre la guerra de ese país que han tenido lugar posteriormente.

De hecho, pudiera pensarse que Arabia Saudita, como el primer exportador de petróleo en el mundo, es el país más afectado por la baja del crudo. Y sin duda ello es cierto, pero solo en parte. Por paradójico que pueda parecer, Riad también está interesada en mantener por un buen tiempo los precios del petróleo en el nivel en que se encuentran. Esto tiene, por supuesto, componentes económicos. A Arabia Saudita no le molesta que muchas compañías petroleras, incluidas varias estadounidenses que han entrado al mercado en los últimos tiempos, se retiren de ese mercado pues ello le dejaría, a la larga, un mayor pedazo del pastel.

Pero además de eso, Riad está pensando en su rivalidad geopolítica con Irán. A raíz del acuerdo nuclear firmado el año pasado entre Teherán y varias potencias, Irán queda liberado de las sanciones económicas que le habían sido impuestas, lo que, entre otras cosas, le vuelve a introducir con fuerza en el mercado petrolero global. Así que, por un lado, si Arabia Saudita decidiese recortar su producción petrolera, siempre existe la posibilidad de que Irán, quien tiene excedentes de crudo acumulados durante años, entre a cubrir esa oferta, lo que ocasionaría que el petróleo no suba de precio. Pero por el otro lado, el rey saudí está enormemente interesado en asegurarse que Irán reciba los menores beneficios posibles tras el levantamiento de sanciones en su contra. Y si bien con esa estrategia las finanzas de Arabia Saudita resultan perjudicadas, éstas se encuentran mucho mejor preparadas para resistir los precios bajos de petróleo que lo que lo están las finanzas iraníes, golpeadas por años de sanciones. Además, como lo vimos arriba, Arabia Saudita puede emplear el petróleo como carta para negociar otros temas que le interesan, como lo es la guerra en Siria, en la cual Riad y Washington apoyan al bando contrario al que apoyan Moscú e Irán.

Como resultado, podríamos pensar que el fracaso en las negociaciones para Siria, o la persistencia del conflicto geopolítico entre Estados Unidos y Rusia, no son factores que beneficien al precio del petróleo. A la inversa, si se lograra que Arabia Saudita e Irán encontrasen terrenos comunes para la resolución de Siria y otros muchos temas, o bien, si se lograse reducir la tensión entre Rusia y Estados Unidos y sus aliados, de pronto algunos astros, -no todos- podrían empezarse a acomodar para que el petróleo recuperara al menos una porción del valor que ha perdido. Cosa que nuestro país mucho agradecería.

Twitter: @maurimm

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