“Nada eleva más al hombre que hincar la rodilla ante Dios,

pero nada lo degrada más que arrodillarse ante la injusticia”. Luis H. Álvarez

Hundido en la desaprobación social y con el pesado lastre del incumplimiento, el inicio de los dos últimos años de este sexenio no podía ser recibido con peores augurios.

En el terreno económico, las perspectivas no son esperanzadoras. En días pasados el Banco de México recortó sus proyecciones de crecimiento del PIB para 2016 y 2017, lo que indica que nuestra economía seguirá expandiéndose a un raquítico 2%. En consonancia con lo anterior, el Fondo Monetario Internacional también redujo sus estimaciones, que pasaron de 2.5% a 2.1% en 2016  y de 2.6% a 2.2% para 2017.

Es tal el letargo en que está sumido nuestro aparato productivo, que tal parece que esta administración será la primera de la era reciente que no tendrá ningún año con un aumento del PIB mayor al 3%. Muy lejos quedó la promesa de crecer al 6% hacia el final de su mandato…

Por si esto fuera poco, este gobierno ha sido incapaz de consolidar un entorno adecuado para los agentes económicos. La confianza sigue cayendo en picada tanto entre inversionistas como entre consumidores.

En materia de seguridad -la otra gran materia con promesas incumplidas-, los datos son alarmantes. Como lo indica un recuento publicado por el periódico Milenio, el pasado mes de octubre ha sido el más violento del sexenio con 1,084 muertos. En el presente año, se promedian 30 asesinatos diarios.

Ante esta situación, no se percibe cambio alguno en las estrategias de seguridad, ni la presencia de “inteligencia”, que se supone sería el componente central de las políticas anticrimen. No hay ámbito de la actividad gubernamental donde los resultados de este gobierno no sean mediocres, cuando no francamente malos.

El pésimo desempeño del equipo PRI-Verde ecologista, resulta aún más decepcionante al considerarse que ha desperdiciado el importante activo que significaron las reformas estructurales que de manera responsable la oposición panista contribuyó a concretar. La lentitud en su aplicación y el creciente descrédito de este régimen, han retrasado y ensombrecido la apreciación de sus primeros impactos positivos.

Con este nivel de ineptitud, pocas esperanzas quedan de que el Gobierno Federal tenga la capacidad para afrontar adecuadamente uno de los mayores peligros que se avecina para el país con el inicio del gobierno de Donald Trump. Sumado a las pifias y los estragos derivados de su aciaga visita, las declaraciones de los funcionarios de mayor nivel revelan una total parálisis y la falta de ideas para encarar todo lo que viene.

El presidente electo norteamericano está interesado en mantener contenta a su base electoral, cumpliendo las promesas de campaña que estén más a su alcance. La salida del TTP (Tratado de Asociación Transpacífico), la presión sobre la empresa Carrier para no instalarse en nuestro país y las renovadas críticas al TLC y lo “desastroso” que ha sido para la planta productiva norteamericana, son claros indicios de que desde sus primeros días la próxima administración estadounidense aplicará una agenda económica marcadamente proteccionista. De igual forma, no parece que dará marcha atrás en su postura antiinmigrante.

En el Grupo Parlamentario del PAN, estamos haciendo nuestro trabajo. Entre otras acciones, estamos sosteniendo varios encuentros con representantes de diferentes sectores productivos del país, especialmente los más vulnerables con un posible cambio en la política comercial de Estados Unidos. Como resultado de estas reuniones, formularemos propuestas de estrategias preventivas en caso de que el gobierno norteamericano quiera hacer modificaciones al TLC. De igual manera, propusimos retomar las reuniones interparlamentarias anuales que desde el 2013 no se llevan a cabo.

De seguir esta lentitud de reacción del Ejecutivo, serán cada vez más problemas los que le estallen en las manos. En el nuevo y riesgoso contexto en que se desenvolverá de ahora en adelante nuestra estratégica relación con Estados Unidos, es menester que el gobierno mexicano abandone su pasividad y comience a ser proactivo con una estrategia integral e incluyente, para juntos hacer frente a la situación.

Desde nuestra trinchera pugnamos por la adopción urgente de medidas acordes a las dimensiones del reto que el país enfrenta. Llamamos a la administración PRI-Verde a tener una postura fuerte en defensa de los intereses del país. Dos años más de lo mismo nos conducirían a un desastre mayor que el actual.

En Acción Nacional no vamos a aceptar actitudes de sumisión, pero tampoco improvisaciones del gobierno federal. Estaremos vigilando, al tiempo que convocamos a los sectores exportadores para sumarnos en sus esfuerzos y así poder enfrentar los nuevos retos que tenemos ya a un paso.

 

*Coordinador del Grupo Parlamentario del PAN en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

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