Los republicanos siempre han dicho que los demócratas son hipócritas: defienden principios que son los primeros en transgredir. Después de Hillary Clinton y Bernie Sanders el demócrata más destacado es Bill Clinton. Cuando el escándalo de la Casa Blanca mexicana, su reacción fue cuestionar porqué tanto ruido, si “sólo se trataba de una casa”. Pragmático sin mucha vergüenza, me imagino que cuando explotó el affair Monica Lewinsky pensó: si sólo se trata de una pasante.

Obama mismo ha sido acusado de inconsistente entre el discurso que pregona y su desempeño político. Sin embargo en el conflicto entre el gobierno federal y los estados que legalizaron la marihuana hay indicadores de que su gobierno tolera el movimiento pro marihuana.

De hecho, la DEA, creada por Nixon como el cuartel general contra las drogas, ha modificado su estrategia. En lugar de perseguir consumidores de cannabis, combatirá la epidemia derivada del uso de la heroína y de medicinas que requieren receta. En EU mueren diariamente 40 personas por el abuso de analgésicos. Siete mil llegan diariamente a las salas de emergencia por abuso de los painkillers. Recientemente la DEA declaró que “el uso de la marihuana se mantendrá alto y aumentará en la medida en que disminuya la percepción de lo pernicioso de su uso”.

El asunto es importante para México. Desde el mirador internacional, el país está rezagado respecto a EU y Canadá, sus principales socios. El avance marihuanero en EU es imparable. Este año California, que admite la marihuana medicinal, dará el paso al uso lúdico de la planta. California no es un estado más, es “el Estado”. Ahí viven doce millones de personas de origen mexicano: 4.2 millones nacieron en México y 7.6 millones en California de padres mexicanos (Pew Center). Esos mexicanos decidirán lo que ocurra en California.

Canadá favorece la marihuana medicinal y dará el paso para permitir su uso recreativo, como anunció Trudeau, el liberal primer ministro. Ante estos avances México parecerá un país conservador, rezagado, más cerca de China y Singapur, que aplican la pena de muerte en delitos por drogas, que de la ola liberal que avanza globalmente.

Obama entiende el asunto de la marihuana en Estados Unidos, tanto por haber sido profesor de Derecho Constitucional diez años, como por haberla fumado. Tal vez por ello la antes implacable DEA, que era el muro de contención para frenar el avance la marihuana en los estados, ha dejado en libertad las iniciativas estatales a favor de su uso.

En el debate del Congreso mexicano, todo indica que vendrán modificaciones legales para la importación de marihuana terapéutica. Igualmente para aumentar el gramaje permitido para consumo. Esto último liberará a miles de personas presas por portación. No se sabe cuantas son, pero sí que hay muchas mujeres y que los presos son pobres. Los ricos también lloran pero no van a la cárcel.

Eventualmente la autorización para clubes de cannabis. Si la resolución de la Suprema Corte permite a cuatro personas realizar las actividades necesarias para el uso lúdico de la marihuana, y al realizarlas no incurren en delito, no se ve por qué razón no se autorice lo mismo a quienes decidan fundar un club de cannabis como los que existen en diversos países.

Será indispensable una estrategia nacional de prevención, educación y atención a menores, un trabajo que le corresponde a la Conadic y que evidentemente no ha hecho. Hablando de marihuana hay que decir que no es inocua. Es una droga efectivamente peligrosa para niños y jóvenes. No es la planta mágica que todo lo puede: desde componer canciones de Agustín Lara y los Beatles, aliviar las reumas o curar el cáncer. Es una droga que debe regularse, no prohibirse.

Representante de la UNAM ante el Consejo Técnico para las alternativas de regulación de la marihuana del Congreso.

@MarioMelgarA

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