Claudia Ruiz Massieu, Aurelio Nuño, Enrique Ochoa y Emilio Lozoya serían las cuatro estrellas del sexenio. No es que otros no quisieran ser estrellas, resulta que los cuatro llegaron rodeados de aura. Serían los jóvenes maravilla.

Aurelio Nuño estuvo guardado en Los Pinos varios meses, aunque se sabía de su influencia tras bambalinas en asuntos mayores. Hasta que un día apareció en acto público con solemne discurso alusivo a los próceres de la patria. El primero que rendía seguramente desde la secundaria en su clase de Historia de México. Sustituyó a Emilio Chuayffet en Educación, quien al iniciar parecía insustituible. Nuño ha dado pasos que se antojaban imposibles y si todavía no está ganada la guerra lleva algunas batallas a su favor. Por lo pronto es la estrella sorpresa.

Enrique Ochoa, totalmente priísta, con buena formación en distintos ámbitos, incluyendo el académico, superó tropiezos políticos: no pudo ser diputado plurinominal en 2003 y tampoco consejero del IFE. Contra esos augurios, fue nombrado subsecretario de Energía para después ser designado director de CFE, la empresa, junto con Pemex, operadora de la aún en proceso reforma energética de Peña Nieto. Sería la mancuerna de su amigo Emilio Lozoya.

Claudia Ruiz Massieu, ex diputada, llegó a la Secretaría de Turismo después de una campaña a la senaduría por Guerrero en que otro joven estrella, sólo que del PRD, Armando Ríos Piter la derrotó en los comicios. Ese aparente descalabro la llevó al éxito, porque en Turismo Ruiz Massieu logró no solamente recuperar a los turistas asustados de lo que pasa en México, sino darle vida (live it to believe it) a esa Secretaría. Años antes Felipe Calderón había propuesto desaparecer la Sectur como medida de austeridad. El Senado, con tino, evitó tal despropósito. Ahora en la Secretaría de Relaciones Exteriores ha tenido la oportunidad de enfrentar las complicaciones de la sensible relación internacional. Ya juega en las ligas mayores de la política. Es mi estrella consentida.

Emilio Lozoya es la estrella que dejó de fulgurar. Después de un trabajo técnico en el Banco de México, de gestiones financieras internacionales, su siguiente cargo fue la Dirección General de Pemex. Hace unos meses, un ex director de Pemex, Adrián Lajous, publicó un demoledor ensayo en Nexos sobre el incomprensible manejo errático de la empresa. Es conocida la relación de Lajous con los hacendarios mexicanos por lo que su artículo movió a sospecha. El tiempo decantará las razones de su salida de Pemex, que el rumor popular atribuye a un conflicto personal con Luis Videgaray, el secretario de Hacienda. La señal de su salida es ominosa, pues Pemex había sido el corazón de la gran reforma energética que dividió a los mexicanos: quienes propugnaban su privatización y quienes exigían su sentido público y social.

Se ha dicho que hubo tensión y conflicto entre Lozoya y el secretario Videgaray. Ningún pleito personal, si es que lo hubo, puede justificar en un país de instituciones, la cabeza de uno de los funcionarios más importantes del gobierno federal. Ya el papa Francisco dio la solución para estos conflictos cuando regañó a los obispos: “Peléense como hombres”.

El Presidente, que tiene la facultad de designar a sus colaboradores, en este caso el Consejo de Administración de Pemex que sigue las directrices presidenciales, determinó su remoción. El despido es legal y no existe quien pueda oponerse, pero la ciudadanía merecería una explicación. Durante tres años se nos dijo que Pemex iba de maravilla y que sería la pieza central de la salvación del país. Ahora resulta el país tiene que salvar a Pemex de la quiebra.

Los astrónomos explican que una estrella para brillar requiere que su hidrógeno se transforme en helio. Si la estrella se apaga es porque se queda sin hidrógeno y el núcleo se convierte todo en helio. La estrella —dicen — se vuelve más fría y brillante y luego muere. El cuarteto de estrellas presidenciales se convirtió ahora en trío estelar y no necesariamente, como en el firmamento, por exceso de helio, sino por exceso de algo más terrenal y amargo como es la hiel.

Miembro del SNI

@DrMarioMelgarA

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