Mientras Peña Nieto no verá terminado el aeropuerto de la ciudad de México durante su gestión, los mexicanos no saben si alguna vez lo harán. Si el gobierno cumple con lo ofrecido, será necesario resolver el destino de las instalaciones del actual aeropuerto. Se licitaron los proyectos y obras del nuevo aeropuerto, pero no se consideró el destino del AICM.

Se han aventurado ideas para reconvertir ese espacio en beneficio de los capitalinos. Entre todas las ideas lanzadas al aire: centros deportivos, parques ecológicos, centro médico, un “gran parque metropolitano” y hasta un mall, ninguna parece tener la viabilidad como la propuesta de construir la Ciudad Universitaria II. Así como para muchos capitalinos se puso de moda el Palacio de los Palacios, también podría generarse para muchos más la Universidad de las Universidades.

Rescates de grandes obras de infraestructura abundan en el mundo. Uno de los proyectos es el aeródromo de Berlín (Flughafen Berlin-Tempelhof) que sirvió a Hitler durante la II Guerra Mundial. En ese aeropuerto se construyeron los famosos y temidos Stukas que perseguían a los cazas ingleses y a los bombarderos estadounidenses. Con tal estigma, nadie hubiera objetado la destrucción total de esa pieza estratégica del nazismo. No obstante, los alemanes transformaron el puerto aéreo en un asombroso parque urbano, más grande que el legendario Parque Central de Manhattan. Tempelhof es timbre de orgullo y ejemplo de imaginación y buenas prácticas de administración pública.

El aeropuerto Tempelhof, el edificio más grande del mundo hasta que se construyó el Pentágono, tiene similitud con el AICM, dada su localización en el centro urbano, así como por la contaminación y ruido que molestaba a millones. Otro rescate de gran dimensión es la Postdamer Platz, arrasada durante la II Guerra Mundial y literalmente partida en dos con la construcción del muro de Berlín.

En Estados Unidos el Memorial de la Zona Cero (Ground Zero) de Nueva York es un prototipo de edificación sobre cenizas. Para la decisión de quién sería el responsable del proyecto se lanzó una licitación internacional en la que hubo 5 mil 200 participantes de 63 países. No hubo dudas sobre la transparencia en la asignación del contrato, ni intereses en conflicto.

En 1954 se inauguró la Ciudad Universitaria como una de las cartas mexicanas de presentación al mundo moderno. Más allá del servicio que esas instalaciones fantásticas, por funcionales y por mexicanas, han brindado a millones de estudiantes y a decenas de miles de proyectos, ese conjunto prodigioso es parte del patrimonio de cada uno de los mexicanos que lo siente como propio y que asombra invariablemente a sus visitantes.

La Ciudad Universitaria ha quedado acotada y rebasada por el crecimiento de la UNAM, que cada día tiene algo nuevo que ofrecer. La institución universitaria crece más que su capacidad de ampliarse físicamente.

Es evidente que el campus histórico, a pesar de los esfuerzos reiterados por ponerlo al día, está rebasado. Por ello la posibilidad de reconvertir el AICM como Ciudad Universitaria II es un asidero único para el futuro de la institución.

Es además una oportunidad para el presidente Peña Nieto, que aunque no estudió en la UNAM, ni estudió en alguna de las universidades públicas del país, tiene un compromiso con la nación. Un proyecto de esta naturaleza significaría para el gobierno en turno la oportunidad histórica de demostrar que se tuvo la capacidad de actuar efectivamente a favor de un gran proyecto nacional. Algo tendría que hacer Peña Nieto para dejar una huella en los ejes universitarios: educación superior, investigación científica y humanística y expansión de la cultura. Ciudad Universitaria II puede ser la respuesta.

Miembro del SNI

@DrMarioMelgarA

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