El pasado 25 de febrero, el vicepresidente de Estados Unidos, Biden, visitó México, siguiendo el libreto de los encuentros anuales en donde acuerdan la agenda bilateral, encuentro ahora denominado “Diálogo Económico de Alto Nivel” (DEAN), que resulta la continuación de la “Alianza Para la Seguridad y Prosperidad en América del Norte” (ASPAN), rebautizado para acreditar nueva paternidad, el acuerdo Obama-Peña, reforzando su exclusividad, restringida a un “alto nivel” asimétrico. El mismo procedimiento: encuentros anuales donde los mandatarios acuerdan el rumbo y ritmo del “proceso de integración”. Continúa la estrategia consistente en ajustar los intereses de las élites de Canadá y México a los de EU, para convertirlos en leyes, políticas públicas y acciones ejecutivas, al margen de las instituciones nacionales y del escrutinio público. La reunión del DEAN, copresidida por Biden y Videgaray, emitió una “Declaración Conjunta 2016”, concluyendo con discursos de Biden y Peña. Salvo la supuesta disculpa de Biden sobre los “desatinos” de Trump, pasó deliberadamente desapercibida, no se dio mayor información de los acuerdos, los medios se limitaron a lo anecdótico, pese a tratarse de materias estratégicas para México. Biden, Peña y Videgaray mencionaron la “integración” como objetivo del “encuentro”, operación aceptada como benéfica, aunque sea eufemismo de subordinación.

La declaración resume: se avanza en el diseño de políticas de energía, fronteras, fuerza laboral, cooperación regulatoria, asociación en el “liderazgo regional” y vinculación con actores relevantes, todo para una supuesta “competitividad”. Informa del compromiso formalizar un “Consejo de Negocios de Energía México-EU”, en donde definirán temas tales como la cooperación transfronteriza en materia eléctrica, mercado mayorista, planificación del sistema, redes inteligentes, creación de clústeres extranjeros de empresas interconectadas. Anuncia la utilización de nuestra Frontera Norte para impulsar cruces transfronterizos de energía, integración en gran escala de energía renovable, comercio de gas natural y derivados del petróleo. Grandes negocios que involucran el territorio y población mexicanos. Destaca el acuerdo de mayor “coordinación” entre la “Federal Energy Regulatory Commission” de EU y la “Comisión Reguladora de Energía” de México, subordinación regulatoria y presencia de expertos extranjeros para conducir la transición de México hacía un mercado energético. Convierten al territorio nacional y nuestra infraestructura energética en plataforma para la expansión del sector energético de EU, y bajo el eufemismo de “asociación para el liderazgo regional”, nos designan su instrumento, ahora para la “integración energética” centroamericana, negocio trillonario de las empresas estadounidenses, ya presentado por el embajador Pascual al Congreso norteamericano, como “Conect America”. La integración abre todas nuestras fuentes de energía al capital trasnacional, gracias a la reforma energética de Peña, y beneficiará principalmente los negocios de EU y Canadá.

El DEAN fortalece el mecanismo para asumir los objetivos de las trasnacionales estadounidenses, apropiarse de recursos, actividades estratégicas, mercados, infraestructura crítica y territorios a espaldas de los mexicanos, hasta ahora, sin oposición social. Estos acuerdos asimétricos entre los poderes ejecutivos, vinculados a “actores relevantes”, o sea empresarios trasnacionales, cenáculos oligárquicos, que implican aceptación de las élites y gobierno mexicanos de las directrices del gobierno estadounidense, todo sin participación del Congreso mexicano, acuerdos inconstitucionales, sin posibilidad de consulta a la ciudadanía, dictadura tecnocrática. Esclarecedor el comentario de Biden a Peña Nieto: “Admiro su compromiso con la reforma, usted asumió el mando, comprometiéndose a reformar ciertas cosas, una reforma que se trataba de efectuar por décadas”, obviamente eludió el nombre de reforma energética. Por lo pronto, Peña y su grupo de tecnócratas aceleran la destrucción de Pemex y el achicamiento de la CFE, para no representar competencia alguna a la penetración de las empresas trasnacionales eléctricas. ¡Sí!, Biden reconoce, a final de cuentas, que Peña Nieto cumplió su compromiso… ¿con quién?

Senador de la República

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