Lejos estamos ya del “pensamiento único”: el neoliberalismo y sus efectos: igualdad destruida, empobrecimiento, desprotección social, desempleo; que han multiplicado rebeliones sociales y políticas: Syriza en Grecia, “Podemos” en España, Argentina, Bolivia, Ecuador y, ahora, Inglaterra. Ante la renuncia del líder laborista por la descomunal derrota electoral de su partido, han elegido a un líder que desplaza de su dirección a los “centristas”, que enajenaron identidad y apoyo popular. Sacude a la Inglaterra de Thatcher, quien dijo que su mejor logro político había sido Blair, Jeremy Corbyn, veterano parlamentario reconocido por defender ideas originales de la izquierda, contra Blair y Brown y su centrismo-derechista.

Corbyn, en su mensaje de victoria, dijo: el laborismo vuelve a atraer a quienes se fueron porque vieron sus ideales traicionados; no podemos tolerar los actuales niveles de injusticia; usaron la crisis económica de 2008 para imponer terrible carga contra los más pobres de este país; los jóvenes perdieron interés, por la forma en que se conduce la política. No tenemos que ser desiguales —afirmó—, la pobreza no puede ser inevitable y propone destacadamente: habitación digna para todos, sistema de salud totalmente financiado, integrado con la asistencia social y alto a privatización de la salud; protección al trabajo, vigorosa negociación colectiva, erradicar la injusticia laboral; servicio educativo durante toda la vida, abolir cuotas estudiantiles, restaurar subvenciones y financiamiento; recuperar las empresas nacionales privatizadas, ferrocarriles, energía, minería; política exterior sin guerras injustas, priorizando justicia y asistencia.

La candidatura de Corbyn fue atacada violentamente desde el primer minuto, desde su partido y fuera, los medios de comunicación se cebaron en él; lo enfrentaron con las principales figuras laboristas, pero ganó con el 60 por ciento de los votos. The Economist, furioso, le llama “antihumano”, lo acusa de nostalgia del izquierdismo de su juventud, por eso su estridente antiamericanismo; le hará difícil al primer ministro conservador, Cameron, asegurar apoyo parlamentario para extender los bombardeos contra el Estado Islámico, lo acusa de apoyar a Hugo Chávez. The Guardian, liberal, acosa: es un líder poco probable; Ivette Cooper, competidora por el liderazgo, calificó sus políticas como viejas soluciones a viejos problemas, impedirán al partido ganar elecciones, la renacionalización de sectores estratégicos fracasará electoralmente; pública Carta Abierta de Blair, quien acusa a Corbyn de llevar al partido a su aniquilación: Corbyn, dijo Blair, es un  peligro mortal para el partido. El Financial Times: Corbyn sería un desastre, no podría ganar una elección general, sería elegir al inelegible, su liderazgo laborista amenaza a un partido con 155 años de historia. Cameron en Twitter: Corbyn es una amenaza para el país y para sus familias. Pero el New York Times publica a Krugman, Premio Nobel: “el triunfo de Corbyn no es un giro repentino a la izquierda laborista, es un triste colapso moral e intelectual de los laboristas moderados”. El País analiza el efecto Corbyn en la izquierda centrista europea que se resiente: Francia, las encuestas auguran una derrota histórica del Partido Socialista, perderán el Elíseo, por su paso de la socialdemocracia al social-liberalismo. En Alemania, el Partido Socialdemócrata perderá su posición en su alianza con Merkel, los críticos a su dirigente Gabriel, ven en Corbyn una llamada de atención por su viraje centrista; en España, “Podemos” arrebata el apoyo de los votantes del PSOE, situado en el centro. En el Reino Unido temen que  Corbyn devuelva la ilusión a votantes desencantados.

En México, ante el desastre moral, económico y político, las encuestas sitúan en primer lugar a Morena, con AMLO, frente a la derecha gobernante, asociada a una izquierda centrista en bancarrota. Los mismos ataques contra Corbyn los desatan contra AMLO. Igualmente perderán.

Senador de la República

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