¿Cuántas veces hay que oír el último disco de David Bowie para entender que ya sabía que la muerte se acercaba? Muchas, suponemos. En muestrario de apenas siete canciones de oscuridad significativa, El Duque Blanco dejó algunas pistas ocultas sobre el significado lirico del Blackstar.

Hay más: un video (“Lazarus”) que ha salido de la mano del single que ha consternado a los fans del camaleón y, muy especialmente, a los de su tiempos de tintes naranja avanzados: el periodo de Ziggy Stardust.

El Duque cantó por última vez más allá de las paredes del estudio y en un tomo subido de triste que, más bien, suena a su última agonía; a su último lamento sónico que haría mal en llegar a las listas de éxitos musicales por el mensaje de su letra:

“Estoy en peligro / No tengo nada que perder / Estoy tan alto que mi cerebro da vueltas ( Deje caer mi celular / ¡No es como yo?.. y el epitafio sónico en tono de lamento es tan contundente como algo ya inevitable: “De este modo o de ninguno / Sabes que seré libre.

Blackstar es tal vez no sólo uno de los discos más enigmáticos de muerte anunciada sino uno de los que parecen no celebrar nada que permanezca después de su muerte. Sus pistas tortuosamente oscuras pueden ser tantas como las que estén dispuestos a buscar sus fans con fines más que detectivescos, para conseguir algo de consuelo. Como quiera que sea, hablando con algunos amigos, insisten en darle no una sola pasada sino mínimo por lo menos tres, para captar el mensaje de dolor, más allá de la música y de la guadaña que aguardaba para llevárselo.

¿Se encontrará en el cielo del infierno con sus compañeros de Las Arañas de Marte? ¿Le reclamaran haberlos echado del grupo en el último concierto, sin ni siquiera haberles avisado: Este es su último show muchachos? ¿Aceptará en el confesionario de allá arriba las canciones que él mismo dijo que no se las robaba sino que les daba otro aspecto de presentación, para que pasaran como de él?

Tal vez eso ya no importe tanto, como su discografía total que espera el momento para ser relanzada por su ¿inesperada? muerte con bonus y más bonus desconocidos. Por lo pronto algunos vivos han lanzado, sin esperar, cualquier movimiento de su última disquera en turno, cuatro volúmenes alternativos de su Sound+Vision: tres desde el espacio de su temprana Space Oddity hasta sus sagradas cenizas (Ashes to Ashes), pasando por Cambios, Suicidas de Rock’n’ Roll, Rebeldes, Jóvenes americanos y demás, hasta llegar a un Sound+Vision Plus, sorpresivo tanto en audio como en video. Todo bajo el sello de Ryko. Solo habrá que esperar el legado que, seguramente, dejó grabado en video que ojalá y no lo muestre tan agónico como el disco.

pepenavar60@gmail.com

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