Participé activamente en el proceso de renovación de la dirigencia nacional del Partido Acción Nacional (PAN), apoyando la candidatura para presidente nacional del senador Javier Corral Jurado. Lo hice de la mano de un grupo extraordinario de mujeres y hombres, miembros activos del PAN de todo el país, unidos por el ideal de mejorar la organización del Partido para servir mejor a México.

Escribo este artículo un día antes de la elección con la seguridad de que tendremos una respuesta muy positiva de los electores de Acción Nacional y desde luego con el firme propósito de ganar la contienda.

Acción Nacional vive en estos momentos una grave crisis de credibilidad que se refleja claramente en el último resultado electoral, con la pérdida de la confianza de miles de simpatizantes que no nos dieron su voto. Esta crisis se debe, en gran parte, al abandono de un principio fundamental en la acción política: el servicio a los demás. La política es, antes que nada, una vocación de servicio.

No se aspira a un cargo público para obtener poder, beneficios o dinero. Se busca el poder para la consecución del bien común. La política es el arte del bien común y los políticos debemos tener siempre presente que hacemos política para servir y no para servirnos del poder.

Algunos dirigentes y funcionarios de AN han olvidado este principio de la política y están ocasionando un grave daño a la Institución. Acción Nacional nació y se fortaleció como un instrumento de los ciudadanos al servicio de la sociedad y de la democracia. Nadie puede negarle al PAN su aportación en la transformación y democratización de México.

El grupo que gobierna el país pretende volver a las viejas prácticas del presidencialismo centralista y corrupto. Sin duda estamos frente a una regresión autoritaria muy peligrosa, que se refleja en la caída vertiginosa de la economía, la inseguridad, el empobrecimiento de la población y la corrupción en todas las esferas del gobierno.

Frente a esta situación, se requiere una oposición fuerte y unida que obligue a reorientar las políticas hacia la consolidación de la vida democrática. El partido que hoy por hoy puede hacer mejor esa función es Acción Nacional. El PAN ha sido una oposición constructiva frente al progreso y avance del país y firme en contra de la corrupción y la falta de democracia. Como gobierno, fuimos promotores de la transparencia y respetuosos de la división de poderes y del Pacto Federal.

Hoy el PAN no puede realizar esa función esencial de contrapeso porque ha perdido fuerza moral, ha tolerado actos de corrupción y esa incongruencia lo ha debilitado.

Independientemente del resultado del domingo, estoy muy satisfecho de la campaña que encabezó Javier Corral. Hemos hecho un gran esfuerzo con la participación entusiasta de mucha gente. Frente a una contienda inequitativa de principio a fin, con una manipulación burda del padrón en varios estados, con acciones francamente antidemocráticas de algunas dirigencias estatales y municipales, pese a todo ello, hemos logrado prender la llama de la “Rebelión de las Bases”; movimiento que continuará y que ayudará a corregir el rumbo y a recuperar la confianza.

Ha sido una contienda difícil pero la hemos hecho abierta y de frente; a pesar de un sinnúmero de irregularidades nos mantuvimos hasta el final, con el único propósito de fortalecer la unidad de Acción Nacional. Sin embargo, para lograrlo se requiere el reconocimiento de las fallas que hemos denunciado, el compromiso firme de resolverlas y acciones inmediatas.

Si el PAN resuelve sus problemas de fondo y se mantiene unido, volverá a ser el instrumento eficaz al servicio de los ciudadanos que México necesita.

Twitter: @JL_Luege

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