La Ley de Hidrocarburos es muy ambigua respecto a las fechas posibles para permitir la emisión de permisos para la libre importación de gasolinas.

El artículo décimo cuarto transitorio de dicha ley señala en su fracción II: “A partir de la entrada en vigor de la presente ley y, como máximo, hasta el 31 de diciembre de 2016, únicamente se podrán otorgar permisos para la importación de gasolinas y diésel a Petróleos Mexicanos o sus empresas productivas subsidiarias.

“A partir del 1 de enero de 2017, o antes si las condiciones de mercado lo permiten, los permisos para la importación de gasolinas y diésel podrán otorgarse a cualquier interesado que cumpla con las disposiciones jurídicas aplicables”.

Es decir, es legalmente posible adelantar nueve meses la libre importación de gasolinas, siempre y cuando las condiciones del mercado lo permitan. De manera que alguna autoridad tendría que explicar cómo y por qué están dadas las condiciones de mercado para este adelanto.

En ese sentido, el 16 de diciembre de 2015 la Secretaría de Energía (Sener) solicitó a la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) una opinión sobre “el efecto que tendría en el proceso de libre concurrencia y competencia el otorgamiento de permisos de importación de gasolina y diésel a particulares a partir del año 2016 en términos del (artículo Décimo Cuarto) Transitorio señalado de la Ley de Hidrocarburos”.

Sin embargo, en la opinión emitida por la Cofece (tan rápido como el 7 de enero), nunca se explica cómo las condiciones del mercado permiten el adelanto en las fechas de otorgamiento de permisos.

El documento de apenas seis páginas (incluidos los antecedentes y la página de firmas), no es más que un conjunto de lugares comunes sobre los beneficios esperados de la competencia y las condiciones para que lleguen tales beneficios.

Por supuesto, esto es natural porque la Sener no pidió una opinión sobre las condiciones del mercado y cómo éstas permiten adelantar el otorgamiento de permisos.

De manera que, para efectos de la Ley de Hidrocarburos, el resultado es una opinión circular: se ofrece el paraíso de las gasolinas baratas (así nos acabemos al planeta un poco antes), pero no se dice cómo las condiciones actuales de mercado permiten adelantar el disfrute de dicho lugar maravilloso.

El punto clave es la infraestructura. Hoy por hoy, Pemex es el único que tiene infraestructura y capacidad comercial para importar en grandes volúmenes. De tal suerte que la armada invencible, Sener-CRE-Cofece, emitirá muy pronto una serie de regulaciones y permisos, para permitir que grandes comercializadores, necesariamente privados y extranjeros, tengan acceso a la infraestructura del propio Pemex, para competirle por los mercados más rentables.

De lo que no se habla es que la liberalización de los precios de la gasolina provocará una diferencia de éstos entre las distintas regiones y centros de consumo del país, pues empezarán a ser visibles los costos de transporte y distribución que hoy no se reflejan directamente en el precio final.

Los precios al consumidor serán menores en las grandes urbes cercanas a las refinerías nacionales o a la frontera norte (mientras sigan los precios bajos en Estados Unidos), que en las pequeñas poblaciones alejadas o con escasa infraestructura de transporte y distribución. Y eso acentuará el desarrollo desigual entre regiones del país. Quizá eso quiera el gobierno peñista.

Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados

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