Los ejercicios físicos y las competencias deportivas de las culturas primitivas de nuestro continente, tanto del hemisferio norte, como del centro y del sur, tenían su máxima expresión en el juego de pelota, pero también practicaban el tiro con arco, la caza, la pesca, la caminata y las carreras de velocidad.

Los habitantes del ártico efectuaban pruebas de fuerza y lucha. Lo hacían de varias formas: asiéndose mutuamente por la nuca, tomando al adversario por los pelos o jalándolo por el pañuelo del cuello. En lo que ahora es México y Centroamérica prevalecía el juego de pelota, pero además, según fray Bartolomé de las Casas, “había competencias de tiro con arco, de trepar árboles, de caza, de lucha y de natación”. En el Caribe también jugaban a la pelota. El historiador Emilio Huyke, en su libro Deportes en Puerto Rico, escribe: “mucho antes que el Gran Almirante descubriera nuestra isla (Borinquen) por el año 1493, había un deporte rudo, elemental que practicaban los aborígenes y que se conocía como batú. Para ello utilizaban una bola que hacían con raíces y yerbas, cocinándolas, endureciéndolas y dándole forma redonda. Jugaban dos bandos y quizá hubiera sido un juego mezcla de futbol y voleibol al lanzar la bola al aire y los contendientes tratando de impedir que cayera a tierra en su respectiva zona de campo”.

Los timbira del Brasil eran aficionados a las carreras. En los pantanos del Amazona, los aruac competían en marcha sobre zancos. Los pueblos incas y del extremo sur del continente rivalizaban en carreras de velocidad y resistencia. Carl Diem, en su Historia de los deportes, dice: “El deporte en América del Sur no es menos multiforme que el de Centroamérica y América del Norte. Los araucanos, los patagones y los pampas de Tierra del Fuego jugaban además al pillma, en el cual se echa la pelota al aire debiendo ser recogida por los jugadores”.

También el historiador Garcilaso de la Vega menciona al huarachico, fiesta de los araucanos de Chile, en la que rivalizaban en carreras, lanzamiento de flechas, portación de troncos pesados y la chueca, juego de pelota entre dos bandos, en el que se usa un bastón de madera para llevarla hacia una meta.

En su tiempo, el cronista Alonso de Ercilla (1533-1594), en su poema épico, La araucana, dice: “En lo que usan los niños teniendo/ habilidad y fuerza provechosa/, es que un trecho seguido han de ir corriendo/ por una áspera cuesta pedregosa/ y al puesto y fin del curso resolviendo,/ le dan al vencedor alguna cosa:/ vienen a ser tan sueltos y alentados que alcanzan por aliento los venados”.

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