Las artes plásticas, en particular la pintura, han encontrado en la red un escaparate inigualable; artistas y coleccionistas convergen en algunos puntos específicos del mapa virtual para hacer lo que hasta hace algunos años solían hacer en las galerías. La obra ofrecida que es creada directamente en soportes digitales es todavía pequeña en comparación con la obra física que circula en las redes; el comercio de arte en Internet es todavía dominado por lo físico, y las nuevas tecnologías son apenas, que no es poco, un medio para agilizar los trámites y ampliar las fronteras.

Por ejemplo, el español Artelista.com lleva más de 10 años ofreciendo su galería virtual a artistas del mundo, principalmente pintores y fotógrafos —conocidos o no— y el grueso de su catálogo ha sido desde el principio obra en lienzo y papel. Otro ejemplo es LaRara.biz, sitio catalán que aprovechó el boom del libro de artista que resurgió con fuerza apenas entrado el siglo XXI (en México se hizo una primera gran bienal por esos años). En LaRara se pueden encontrar libros-objeto de artistas tan reconocidos como Joan Fontcuberta, cuya obra en el sitio puede llegar a los varios miles de euros. Sitios como Artelista o LaRara tienen un flujo de visitas impresionante, muchas galerías reconocidas quisieran un pequeño porcentaje de los visitantes que llegan a muchos de estos sitios.

Pero si algo hemos aprendido de las nuevas tecnologías es que no sólo el fondo es lo que importa, y en muchas ocasiones la diferencia la hace “la forma”. En ese sentido llama la atención una aplicación de reciente manufactura llamada WYDR. Esta aplicación, hecha por un par de estudiantes de la Universidad de San Galo, Suiza, propone una manera distinta de comerciar con el arte.

Hot or Not era un sitio en el que el usuario calificaba el retrato de una persona con sólo dos posibilidades: me gusta o no me gusta, prácticamente no se podía volver a calificar a la misma persona dos veces; de Hot or Not nacieron algunas aplicaciones similares, la más exitosa es quizá Tinder, esta vez con una intención que va más allá de la simple calificación, apuntando todo al contacto real con usuarios a los que se les da ese “me gusta”; esas son las bases de WYDR, por un lado, y a diferencia de los sitios antes mencionados, WYDR está diseñada para gente que en verdad busca hacer alguna compra, ya que al dar la opción de “me gusta” a alguna de las cientos de obras de arte que se ofrecen, uno adquiere el estatus de comprador de tal artículo; de lo contrario, si a uno “no le gusta” la obra que se ofrece mientras navega por la aplicación, difícilmente volverá a verla de nuevo en el futuro inmediato. WYDR, que tiene unos 30 mil usuarios, le agrega 30% al precio sugerido por artista, a modo de comisión.

Es probable que la obra física siga dominando sobre la digital por muchos años en los mercados de la red, pero definitivamente el comercio de arte por esas vías se alejará cada vez más del formato de la clásica galería para tomar formas más dinámicas.

@Lacevos

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