Me parecía estar en un sueño. En la misma arena jugaban juntos los equipos de Israel y de Palestina.

¡El equipo de Afganistán estaba integrado exclusivamente por mujeres! Los sirios competían despreocupadamente tan sólo a unos metros de la Casa Blanca.

El valor simbólico de todo lo anterior muestra que algo nuevo puede ocurrir; que hay espacios en donde las cosas se hacen diferente, y cómo la robótica, además de interesar a los jóvenes en temas como la electrónica, la mecánica, el diseño industrial y la ingeniería, los hace pensar y expresar valores sociales y humanos muy importantes.

La robótica les hace imaginar a los jóvenes realidades diferentes y pensar “fuera de la caja”. Cuando empecé a vivir esa competencia, cuando vi al equipo mexicano asesorando a un equipo rival para que su robot fuera más efectivo, agradecí ser testigo de toda esa experiencia.

Era un sueño hecho realidad. La convivencia armónica, pacífica, cooperativa entre ciudadanos de todo el mundo, de todas las razas, de todos los credos, de todas las preferencias sexuales, de todos los rincones del planeta, incluso de países históricamente enemigos.

¿Qué fue lo que logró el milagro? Un juego. Un robot. La Primera Olimpiada de Robótica en la historia de la humanidad, organizada por FIRST (For Inspiration and Recognition of Science and Technology), llamada First Global Challenge.

Una celebración en donde participaron 157 países juntos compitiendo a través de robots. Qué interesante y esperanzador es ver cómo los jóvenes a nivel internacional se juntan para divertirse en una justa que implica aprender y aplicar ciencia y tecnología.

La idea de esta olimpiada se definió así: “Un robot es como una fogata alrededor de la cual se reúnen las personas para hablar de cosas más elevadas”.

Su organizador, Dean Kamen, en su discurso inaugural, explicó por qué se dieron esas maravillosas situaciones. Dijo: “En esta arena, la mayoría de los robots van a perder, pero vamos a ganar todos los participantes porque ésta no es una competencia tradicional; es una competencia ligada a la colaboración” y la llamó Coopetition que es la mezcla de estas dos palabras en inglés.

“Regresen con sus padres, dijo Dean, vuelvan con sus abuelos, y cuestionen las razones por las cuáles se la viven peleando entre sí y contra sus vecinos. Muéstrenles cómo, cooperando entre todos, se puede desarrollar la tecnología necesaria para resolver problemas ancestrales y atender necesidades sociales profundas: agua, nutrición, educación, salud, tantas cosas que podemos ofrecer a todos, en un espíritu cooperativo si nos proponemos trabajar juntos e imaginamos creativamente soluciones regionales y universales a problemas comunes”.

Afortunadamente esa olimpiada, ese ambiente, esa posibilidad de reflexión y cambio profundo, va a venir a México en 2018. Aquí se llevará la Segunda Olimpiada de Robótica tal como inició en Washington, con nuevos tiempos, nueva tecnología, nueva visión y sobre todo, nueva esperanza.

Celebremos que tendremos ese gran evento, que no sólo es tecnológico sino también humanista, aquí en nuestra tierra, para seguir hablando de cosas más elevadas.

Presidente ejecutivo de Fundación
Azteca. @EMoctezumaB
emoctezuma@tvazteca.com.mx

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses