La palabra cambio suena siempre atractiva y al mismo tiempo infunde ciertos temores. La primera vuelta de las elecciones en Argentina sacudió al país. Se habían hecho predicciones demasiado optimistas de que el candidato del peronismo, Daniel Scioli del Partido Peronista y gobernador de la Provincia de Buenos Aires vinculado con la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner lograría un avance significativo, para algunos incluso determinante. Pero, oh sorpresa, el actual alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, del Partido Propuesta Republicana (PRO)  tuvo un avance significativo que representó un empate casi virtual entre ambos candidatos. Con el 97% de los votos contados, Scioli tiene el 36.9% y Macri el 34.3%. Elección mucho más cerrada de lo que se había previsto.

Macri utiliza un poderoso lema: “Cambiemos”, pero ha entendido que los argentinos no quieren tantos cambios. De manera que es opositor al peronismo pero no tanto. Su posición política dio un giro singular desde la derecha con la que inició, ha comprendido que tiene que ser mas incluyente y se ha movido al centro, entendió que no debe aparecer como parte de los más ricos y privilegiados, cambiar la percepción de que es un capitalista frío e insensible. A su favor: no hizo un mal gobierno como alcalde, procuró acercarse a los barrios mas pobres y el banco municipal impulsó que se contratara personal por méritos y no por conexiones. Pero, para ganar la presidencia deberá convencer de que privilegia a las personas por encima de los negocios. La banca internacional y los grandes capitales lo ven con buenos ojos.

Lo curioso de la política de Macri es su giro de cambiar todo a mantener cuestiones esenciales para la gente, lo que es un reconocimiento a logros importantes del peronismo de los Kirchner.  Y es que es difícil olvidar la dramática situación social, económica y política en la que Néstor Kirchner asumió la presidencia. Por eso Macri asegura que no habrá un cambio abrupto, pero que sí terminará con el control de cambios (la gente clase media alta quiere poder comprar dólares) que acabará con la paridad fija y dejará flotar al peso. Pero eso sí afirma que no desnacionalizará los fondos de pensiones ni la gran empresa petrolera YPF. Y claro, reafirma que habrá cambios pero no en los generosos y necesarios programas para el bienestar de la gente.  Sus asesores saben muy bien que los argentinos no estarán de acuerdo con cambios que signifiquen dejar a mucha gente atrás. En resumen, la apuesta de Macri no es por una política de oposición total aunque su lema sea “Cambiemos.” Promete lo que no ha dado el kirchnerismo: una buena relación con los acreedores internacionales, aún cuando Argentina ha podido vivir sin ello. Está en su interés y el de su adinerada familia.

Scioli es mucho mas carismático que Macri, que carece de magnetismo personal y cuyos discursos son aburridos. Aún así puede crear consensos. Y sabe que eso de cambiar puede ser un arma de dos filos. El peronismo de Scioli y sus seguidores sufrieron una fuerte sacudida.  Ahora tendrán que convencer para enfrentar a Macri en una segunda vuelta el 22 de noviembre.  Es cierto que gobernar desgasta y que el peronismo kirchneriano está desgastado, pero aún así no carece de fuerza ni de logros sociales y económicos. Si ganara Macri, sería la primera vez desde 1983 que llega al poder un partido que no es ni el Peronista ni el Radical. Tiene que convencer que no hará un cambio abrupto de inciertas consecuencias. El golpe sufrido por Scioli fue durísimo, al perder el control de la Cámara Baja, aunque tiene mayoría el peronismo en el Senado. Pero, la peor parte la lleva al haber perdido la Provincia de Buenos Aires. Esa provincia estuvo gobernada por el peronismo en los últimos 28 años, ahí vive el 40% de la población de Argentina y fue gobernada por Scioli los últimos ocho años.

Sergio Massa, un congresista peronista que fue jefe de gabinete de la presidenta Cristina Fernández ganó el 21.3% de la votación, habrá que ver hacia donde se inclina esta parte del electorado. De cualquier forma, Macri no tiene la presidencia ganada y puede ser que el retroceso de Scioli provoque una reacción no a favor sino en contra de Macri, cuyo “Cambiemos” abre no pocas incertidumbres.

Importantísimo ver como reacciona la ciudadanía el 22 de noviembre cuando Scioli y Macri se enfrenten en la segunda vuelta. Los resultados electorales de la primera vuelta fueron una enorme sacudida que hará pensar muchas cosas a los electores. Los grandes intereses económicos, no cabe duda, estarán con Macri. Pero hay que recordar que en materia de cultura política, Argentina es un país desarrollado.

Periodista y analista internacional

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