El editorial de la revista The Economist de esta semana The Two Mexicos and the lessons for development hace referencia al modelo de desarrollo económico de México. Señala que existe un país moderno, de rápido crecimiento, con una economía sofisticada que cuenta con fábricas de automóviles y aeroespaciales de última tecnología, multinacionales que compiten en los mercados globales y universidades que gradúan a más ingenieros que Estados Unidos.

Por otra parte convive un México tradicional de bajo crecimiento, tecnológicamente atrasado y compuesto en su mayoría por pequeñas empresas, muchas de ellas informales y de baja productividad. En la última década y media las empresas modernas mexicanas incrementaron su productividad en un promedio anual de 5.8%, mientras que en las empresas tradicionales disminuyó 6.5% también en promedio anual.

Si bien este diagnóstico no es nuevo, la reflexión que hace The Economist sobre los modelos de crecimiento económico en los países en vías desarrollo es sumamente interesante. Según el artículo de la revista inglesa, los casos emblemáticos de crecimiento explosivo que experimentó la economía coreana o la de Taiwán difícilmente se replicarán ante el panorama económico actual.

La caída en los precios de las materias primas, la desaceleración de la economía China, el menor dinamismo en el comercio internacional y la volatilidad de las divisas de los países emergentes son factores que impiden que los modelos de crecimiento que experimentaron los llamados Tigres Asiáticos se repliquen con éxito en otros países en desarrollo. En otras palabras, las recetas de crecimiento que parecían replicables hace unos años ya carecen de vigencia.

Según The Economist, las características que presenta el modelo de crecimiento mexicano es el más realista en la actualidad, por lo que será la ruta que transitarán las economías emergentes que aspiran a convertirse en desarrolladas. Es decir, el crecimiento y el desarrollo económico de los países no siempre son parejos, por lo que algunas regiones y sectores se desarrollan antes que otros.

En este mismo artículo, The Economist plantea tres recomendaciones para nuestros países, las cuales no son ajenas a las políticas que actualmente están articulando las autoridades en México. La primera es la importancia de la urbanización. Mientras un porcentaje significativo de la gente viva en el campo, será muy difícil ofrecer educación, empleo productivo y tecnología a la gente. La segunda es la necesidad de la infraestructura. A través de una mejor conectividad y logística más competitiva las posibilidades de un desarrollo más igualitario se incrementan. La tercera lección es la necesidad de reducir la informalidad, lo que implica fortalecer al Estado de derecho.

El editorial concluye que para la mayoría de los países el camino a la prosperidad será resultado de un trabajo arduo y llevará tiempo lograrlo. Pero los éxitos que México ha alcanzado en sectores que actualmente son altamente productivos demuestran que se puede alcanzar.

Es por ello que uno de nuestros principales retos es elevar la productividad y generar empleos de calidad para alcanzar un crecimiento económico sostenido. Las reformas estructurales, la creación de las zonas económicas especiales y los esfuerzos para hacer más accesible el financiamiento buscan incluir a más mexicanos en el México moderno para vincular a los sectores tradicionales con los más productivos y, de esa forma, trabajar para alcanzar el desarrollo en un futuro cercano.

Secretario de Turismo.

@edelamadrid

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