Las próximas elecciones federales de 2018 marcarán un parteaguas en la forma tradicional de hacer política. Los milenials, jóvenes nacidos entre 1980 y 1994, serán una fuerza importante en la definición del resultado, por lo que los partidos políticos deberán encontrar y desarrollar nuevas formas de acercamiento con esta población si es que desean evitar un revés importante en la próxima contienda presidencial.

La cuestión se torna difícil para los partidos porque esta nueva generación de votantes, que en 2018 serán cuatro de cada diez ciudadanos en edad de votar, se muestra reticente a las formas políticas tradicionales, no creen más en el sistema partidista ni en los viejo trucos de persuasión que antes resultaban tan efectivos.

Las estrategias que se utilicen, por tanto, deberán estar correctamente encaminadas a un sector que domina el uso de las redes sociales, así como las nuevas tecnologías de la información. Su actitud crítica frente a temáticas tan diversas como el matrimonio o la impartición de justicia los vuelve un blanco sumamente escurridizo que, sin embargo, deberá ser un punto nodal en la estrategia de campaña de todos los candidatos.

El forzoso acercamiento de los aspirantes a cualquier puesto de elección con este sector tendrá que implementarse estrategicamente, con tiempo y basado en un análisis profundo de la situación y exigencias de la también llamada Generación Y.

No bastará sólo con un acercamiento a través de las redes sociales. Un ejemplo claro de ello son las campañas electorales en EU, donde Facebook y Twitter se han convertido en armas fundamentales para ambos candidatos y a pesar de ello la intención de voto del sector milennial sigue sin aumentar.

Cabe señalar que esto no resulta fundamental solamente para las temporadas electorales. Si los partidos políticos no trabajan este acercamiento de manera permanente e involucran más a sus juventudes partidistas en la toma de decisiones, serán testigos de la creación de una importante brecha generacional con efectos desconocidos que no podrán subsanar, sino con mucho esfuerzo.

Los milennials, actualmente jóvenes que comienzan su trayecto productivo en la sociedad, serán en los próximos diez años la fuerza económica más importante a nivel mundial. Son el germen del futuro y no existe otra alternativa que comenzar a ver en ellos a los actores políticos determinantes en los que se están convirtiendo.

De no actuar, los políticos estarían rezagándonse y, quizás, condenándose al fracaso. Si esta generación continúa alimentando el descrédito y escepticismo que caracteriza su concepción de la clase política, los políticos se encontrarán en futuras elecciones, más allá de la de 2018, con un electorado aún más indiferente, condición que no favorecerá la cohesión social ni a la democracia.

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