Circunstancias adversas ha enfrentado el Metro de la ciudad de México en los últimos dos años. Un aumento de precio que generó un rechazo social, una costosa Línea 12 a la postre dañada y accidentes que dejan mal parado al sistema de transporte colectivo en su conjunto. En ese contexto, pedir otro sacrificio económico al usuario parece imposible.

En entrevista publicada hoy por este diario, el director del Sistema de Transporte Colectivo, Joel Ortega, dice que la red requiere de una inversión de 30 mil millones de pesos para renovar el equipo técnico obsoleto y mejorar el servicio. El punto es cómo hacerlo.

Para empezar, la petición tiene sentido. El costo real de cada boleto —si no fuera subsidiado por el gobierno capitalino— sería de 11.50 pesos por cada ingreso, más del doble de lo que el usuario paga actualmente. Es decir, los contribuyentes (que no son todos) costean la mitad del viaje a millones de otros usuarios.

La solución sencilla sería aumentar el precio del boleto. Pero dada la justificada reacción social que en su momento tuvo el incremento, resultado del contraste entre el servicio y el costo, lo más prudente sería empezar con otras medidas.

¿Cuánto es 30 mil millones de pesos? Es bastante, el doble del presupuesto para 2015 de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal. Pareciera algo difícil de cubrir con simples medidas de reajuste.

Aun así, un plan podría formarse. En 2014 la Secretaría de Comunicaciones y Transportes destinó la misma cantidad, 30 mil millones de pesos, a licitaciones carreteras en el Estado de México. ¿Acaso no podría existir un apoyo similar para el Distrito Federal, entidad que, por cierto, financia el transporte de cientos de miles de habitantes de estados vecinos que van a la capital del país a trabajar?

El gobierno federal y el Congreso de la Unión tienen plena capacidad para dar a los habitantes de la capital un alivio. La próxima negociación del presupuesto de Egresos, en septiembre, sería un momento ideal para ello.

A cambio del recurso, que sólo puede provenir de la Federación, el gobierno de la ciudad de México está obligado a demostrar que una Línea 12 no se repetirá con los trabajos de modernización del Metro. “Un fraude”, lo califica el director Joel Ortega. Así fue, y el daño no es para el gobierno federal, que puso recursos, ni para el gobierno de Miguel Ángel Mancera, que heredó el problema. El afectado es el usuario.

Si el diagnóstico de Ortega es correcto, la única forma de solucionar los males del Metro es un esfuerzo entre gobiernos y partidos políticos. Concluidas las elecciones, no hay razón para argumentar en contra de esa urgente inversión.

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