Durante seis días, una parte considerable del país estuvo metido en el paréntesis de la visita del papa Francisco. Medios de comunicación, movilizaciones masivas para las ceremonias, logística y mano de gato a calles, plazas, estadios, iglesias y hasta una cárcel, para que el visitante tuviera una vista agradable. Detrás del viaje hubo una intensa agenda, negociaciones y una zona privada en la Nunciatura para los cercanos y los privilegiados que tuvieron acceso directo a Francisco. Hubo inclusión, pero también exclusión; se tocaron temas importantes, con acentos fuertes, pero el discurso fue general, por encima de los concretos; hubo silencios, temas y actores de los que no se habló, como la pederastia, los normalistas, la colusión de intereses entre crimen y gobierno. El visitante estuvo rodeado de masas, se entrevistó con algunos y dejó fuera a otros, como a los padres de los 43 de Ayotzinapa.

En un país con 83% de catolicismo, la visita fue un evento importante a pesar de los avances de la laicidad. Hay diversas miradas de este paréntesis papal, como las imágenes de decenas de miles de católicos que viajaron, estuvieron en las vallas y esperaron horas para ver pasar al Papa; otra imagen fue la de los privilegiados, de las zonas vip en las misas, en los aeropuertos; resultó ridículo, pero no sorpresivo, ver cómo la clase política fue ‘más papista que el Papa’, cómo se colgaron del visitante para rascar un poco de legitimidad. Colas de funcionarios, secretarios de Estado, gobernadores, el presidente y su esposa, todos como porra vip para saludar y tocar a Francisco.

Otros miradores fueron los discursos, textos llenos de metáforas. La narrativa papal trató temas claves y construyó un paradigma moral, una versión de la doctrina social de la Iglesia que enuncia y condena, pero siempre en general, nunca en particular. Las palabras del Papa tuvieron una tensión en todos los discursos: habló de cómo los privilegios de unos que llevan a la corrupción; de cómo los indígenas eran materia de exclusión, despojo y descarte e invitó a pedirles perdón; de por qué la violencia, la precariedad y el tráfico de drogas llevan a la resignación. Condenó al narcotráfico y se manifestó contra la explotación, el acoso laboral y el trabajo esclavo; habló en contra de la violencia que sufren los migrantes, los jóvenes y las mujeres. A cada auditorio le dedicó un mensaje, para los funcionarios escogió la corrupción, a los indígenas el perdón, a la jerarquía la transparencia. No dejó de reconocer la “crisis humanitaria” que vive el país, emblemáticamente representada en los migrantes. A los niños enfermos les dijo que era importante la “cariño-terapia” y a los presos les mencionó lo importante de tener una salud social.

Otras facetas más complicadas fueron las contradicciones de hablar desde lo general, por encima de los concretos, pero al mismo tiempo afirmar que la violencia y los desaparecidos no son estadística, sino personas, historias, familias específicas. Rostros a los que no quiso recibir. Quedan los silencios sobre las víctimas de la pederastia y Ayotzinapa, ahí están los nombres y apellidos de las víctimas. En el viaje de regreso, en una conferencia de prensa a 10 mil metros de altura respondió sobre esos silencios, reivindicó a Benedicto XVI sobre el caso Maciel. Sobre los padres de los 43 dio una explicación extraña sobre una supuesta división interna que no existe.

La visita papal también tuvo efectos no calculados. Uno de ellos fue la movilización que se generó en diversos grupos sociales que buscaron en la figura papal un apoyo para sus causas. Movimientos que fueron respaldados para seguir el trabajo con sectores vulnerables, con indígenas, migrantes, campesinos, ecologistas, incluso con sindicalistas, con el deteriorado mundo del trabajo lleno de precariedad, pero básico para cualquier aspiración a una sociedad menos desigual. Otro efecto fue la descalificación a Trump, ese improvisado político con un discurso cada vez más fascista.

En la gramática después de un paréntesis sigue el texto y así seguirá la vida del país, porque una visita no significa que haya cambios. Esos se tienen que fabricar aquí y son muy escasos…

Investigador del CIESAS

@AzizNassif

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